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lunes, 27 de abril de 2020

Prosa del mes en "Mundo de poesía"

Para esas almas que velan desde el cielo.


Este escrito fue hecho al atender una convocatoria denominada "Perdí a mi hijo", rescatando la historia de mi hija Yadira, la incluí en "Mundo poesía", donde se hizo acreedora a la distinción de ser seleccionada como:

Prosa del MES (Seleccionada por la administración entre las propuestas remitidas por moderadores y/o usuarios) Muchas FELICIDADES MUNDOPOESIA.COM Autora: María del Refugio Sandoval Olivas


PERDÍ A MI HIJO
Autora: María del Refugio Sandoval Olivas
Dos palabras antónimas encierran significados disímbolos: vida, muerte; ambas se presentan con distintas vestiduras, la primera es sinónimo de esperanza, luz, alegría, felicidad; la segunda, de oscuridad, separación y duelo.
Tuve la fortuna de concebir cinco hijos,  gozarme de sus éxitos y ser parte medular de su desarrollo y crecimiento. Yadira, mi segunda descendiente, se convirtió en madre cuando apenas contaba con 16 primaveras, era una fruta que aún no alcanzaba su maduración; incluso a la hora del alumbramiento debió practicársele una cesárea debido a su matriz infantil. De esa manera, vuelvo a convertirme en mamá sin haber albergado en mi vientre una vida; ya que al ser abuela primeriza, sufrí los achaques y problemas propios del embarazo, así como la culpabilidad por no tender un cerco protector alrededor de mi hija adolescente, que la liberara de los sufrimientos y circunstancias  a los que no estaba preparada. La niña nació con complicaciones en su estómago, porque defecó dentro del saco amniótico y debieron tenerla varios días en la incubadora sin recibir alimento; por un lado, observar a mi pequeñita debatirse en los dolores subsecuentes a una intervención quirúrgica, la leche que se aglutinaba en sus pechos y el escuchar a la bebé emitiendo lastimosos llantos exigiendo ser alimentada.
Mi hija volvió a la escuela y quedé a cargo de ese nuevo ser que había cautivado mi corazón al instante; trataba de cuidarla, mimarla y darle las atenciones necesarias para que floreciera en un ambiente lleno de amor. Fueron ocho años de un devenir constante, Odetthe tenía dos casas, ansiaba estar con su madre, pero no quería separarse de nosotros, sus abuelos.
De pronto, a modo un presagio de tormenta, aparecen unos nubarrones en nuestra vida; sin previo aviso, brota un bulto del tamaño de una mandarina en su espalda alta; inmediatamente buscamos la opinión médica, le Intervienen quirúrgicamente, y el diagnóstico es completamente desalentador: “Sarcoma sinovial bifásico”, desde el primer momento, el oncólogo hizo patente la gravedad de la situación, enfrentábamos un monstruo de mil cabezas; conocimos los horrores de la quimioterapia, radiaciones, efectos devastadores en su pequeño cuerpo, tratamientos alternativos, internamiento, convivencia con niños que luchaban la misma batalla, aunque con distintos nombres: leucemia, linfoma, entre otros;  nuestro rostro se cubrió con el rictus de un nuevo antifaz: desaliento, coraje, desesperación; búsqueda constante de milagros, diálogos y negociaciones con el ser omnipotente; pisar los umbrales del dolor cada vez que entraba al quirófano para ser intervenida; ir observando como mermaba su salud y el deterioro de sus órganos ante el suministro de quimio, y lo más devastador, saber que la estábamos perdiendo. Fueron muchos niños los que vimos despedirse de este mundo, algunos marcharon en la quietud del sueño, otros presos de terribles dolores y desesperanzas.
Cuando el diagnóstico final fue inminente, quisimos robar tiempo al escaso soplo de vida que le quedaba, por lo que aprovechábamos cada instante en mimarla, abrazarla y decirlo lo significativo que era en nuestra existencia. Tuvimos apoyo de psicología y tanatología que trataban de  prepararnos para su partida; nos aconsejaban que era fundamental el irnos desprendiendo y despidiendo de ella, de tal manera, que apoyásemos a aligerar su equipaje de emociones y sentimientos por dejarnos.  
Mi hija, cual valiente guerrera, seguía las indicaciones necesarias al aplicar los cuidados paliativos y al hacerle saber, que la muerte llegaría y le llevaría al lado de Jesús, donde no existe el dolor y su organismo por fin podría descansar. Además, le prometió una reencarnación de su pequeña alma, cuya escencia y espíritu  volvería en el cuerpo de otro hijo. De esa manera, sus últimos días fueron una escalera de sacrificios; al no recibir quimio, el tumor se fue expandiendo por toda su espaldita; perdió el control de esfinter y  con ello, gran parte de su seguridad y autoestima. Los tumores habían hecho metástasis en varias partes del cuerpo. Sus pulmones no alcanzaban suficiente aire, dejó de caminar y quedó postrada en su cama. Dejaba escuchar su voz, al entonar alabanzas y hacía oración, pidiendo  que desaparecieran esos dolores terribles; la morfina, era lo único que menguaba un poco, pero la adormecía y mareaba de tal forma, que hasta los rayos de luz que asomaban por la cortina dañaban su vista.
No hay palabras que puedan expresar el desconsuelo de entregar un hijo; no queríamos verle sufrir, pero cuando finalmente su alma se desprendió de su pequeño y maltrecho cuerpo, se llevó parte de nuestra escencia. Estaba ahí, tendida en la cama, con una palidez mortal escalofriante, sin calor ni color; Jesús bajó y le tomó de su mano y marcharon hacia la luz; la muerte nos había arrebatado a ese gran regalo que Dios puso en nuestras vidas. Como madre, debí vestirme de fortaleza para dar apoyo y soporte a mi hija, quien estaba completamente destrozada ante esa pérdida. Uno de los recuerdos que siempre taladrarán nuestra mente, es cuando el féretro blanco fue depositado y cubierto con tierra, dejando enterrado sus restos mortales y parte de nosotros mismos.
Dicen que la escritura tiene el poder de sanación; me dediqué a escribir sus memorias en el libro “Una Rosa sin Espinas”; diariamente  hablaba con mi hija para leer los adelantos o buscando el constatar alguna de la información proporcionada; fue un vínculo muy fuerte que nos permitió llorar, expresar nuestros sentimientos, afianzar el lazo fraterno y tender puentes de soporte emocional que nos ayudaran a sopesar su ausencia; al primer aniversario de su partida, presentamos el texto, dando testimonio por medio de una narración biográfica, Yadira, acompañaba cada presentación, entonando la melodía que Carlos, mi último retoño,  le compuso, denominada:: “Hablando con la luna”.  Su hermosa voz, sigue cimbrando los corazones de quien la escucha y arrancando lágrimas de empatía al reconocerse en el dolor ajeno.  Sin embargo, al paso de ocho años de su muerte, puedo comprobar que es una dolencia que solamente se adormece, pero que vuelve a brotar como una grieta lastimada que nada ni nadie puede reparar.

Hace un año, Yadira supo que albergaba una nueva vida,  por cuarta ocasión sería madre y además ella tenía la esperanza de que el alma de Odetthe, viniera impresa en este nuevo ser. Era un estado de gravidez de alto riesgo, al tener tres cesáreas previas y una intervención de apéndice. Contaba con dos meses de gestación, el dolor en su vientre era constante, por lo que le hicieron unos estudios que confirmaron que el feto estaba alojado en una trompa de falopio,la que ya presentaba desgarramiento, de tal forma que precisaban con urgencia, sacarlo y terminar con el embarazo. 
El llanto fluía por sus ojos y abrazaba su vientre, como tratando de proteger a ese ser frágil e indefenso del destino final que le aguardaba; en unos momentos abrirían su cuerpo y pondrían fin a su existencia, arrancando con ello sus ilusiones y sueños  que germinaron desde que se enteró de su presencia.   
Le explicaron de antemano el riesgo, no había otras opciones viables, sin embargo, el sólo hecho de pensar que estaba firmando la aceptación para que terminaran con su diminuta vida le hacía sentir culpabilidad, enojo y desesperación ante lo inevitable.
Fue muy desgarrador observar a mi hija el vivir una segunda pérdida, se sentía vacía, Incapaz de entender los hilos conductores del destino que le arrebataban una vez más la felicidad; al perder a este bebé, perdía también la esperanza de volver a albergar vida en su vientre y con ello, su incapacidad de cumplir la promesa  hecha a Odetthe en su lecho de muerte, aunado a su necesidad de creer que su alma volvería a renacer. La muerte imprime marcas indelebles en cada individuo; se aprende a convivir con la separación, a pronunciar el nombre de ese ser amado sin que las lágrimas fluyan como un río sin cauce; se extraen los recuerdos, se sonríe ante esas memorias que permiten volver a percibir su presencia, su influencia; se inmortaliza la imagen, la sonrisa; se vuelve a percibir su aroma; es tanta la inmensidad del recuerdo, que el subconsciente  acude a los sueños para traer a esa personita amada a nuestro lado; le decimos las palabras y frases que quedaron pendientes e inconclusas, atrapadas en el silencio; volcamos el amor en abrazos y besos; pero al despertar, volvemos a aspirar el frío de la ausencia y nostalgia; visitamos su tumba, encontrando un espacio con una cruz que tiene impresas sus generales; fecha en que nació y murió, brecha trunca, camino finito que llegó a su fin; el lugar se adorna con flores, globos; sin embargo, sigue permeando el vacío, dolor e impotencia. 
Retorna el brote caudaloso de las lágrimas, cuyo manantial, mana amargura, desaliento y desesperanzas que quedan selladas en el corazón por siempre al perder a un hijo. Es un antes y un después;  hay miedo y culpabilidad de olvido; no podemos permitir que el  rostro se vaya a desdibujar en el recuerdo del  resto de la familia  y perderse en los contornos y rincones del tiempo; entonces, volvemos a contar su historia y rescatamos su esencia.

Esperanza.

"Toda la noche por larga y sombría que aparezca, tiene su amanecer" 
Macbeth. William Shakespeare





Puede ser que la esperanza de volver a la normalidad  se vea lejana; pero dentro del caos, hemos encontrado momentos de calma, añoranza y remembranza. 

Gracias a la página Nido del tecolote por esta oportunidad de plasmar mis pensamientos en su espacio. 

Esperanza

domingo, 26 de abril de 2020

Taller de narrativa en línea

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.
 Un curso excelente. Con increíble aprendizaje y gran cantidad de lectura. Gracias Daniel Sibaja.
Aprovechando el tiempo de cuarentena.

viernes, 24 de abril de 2020

ARCHIVO PDF MIS APORTACIONES, PAGS. 75,76,77

R
Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día. DESCARGAR

Cuento publicado en la antología por el día Mundial del Libro #Páginas libres.

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

Páginas 76,77







                             LA NIÑA Y EL PERRO 

Lizzy era una niña especial, la naturaleza le había prodigado gran belleza física y espiritual. Vivía al lado de su madre, una mujer soltera y hermosa; cuyo sustento era ganado con el uso constante y habitual de una máquina de coser. Desde pequeñita, su arrullo era el ruido del pedal oscilante manipulado por el vaivén de los diminutos pies de su progenitora; y el suave sonido de la aguja al entrar y salir de la tela. Una pequeña mesa de madera, siempre estaba cubierta de telas, hilos de todos colores, dedales, botones, tijeras, medidas y todos los accesorios propios de una costurera. Lizzy siempre portaba bellos atuendos, su madre confeccionaba todas sus prendas de vestir; además que el trabajo constante les permitía darse ciertos lujos, como el de ir a comer los domingos después de misa, al quiosco de la plaza principal. Su pequeño mundo giraba en esa casita; su tiempo, lo compartía jugando, cantando y escuchando las maravillosas historias que su madre tenía para ella. 
Era un deleite escucharla una y otra vez, la descripción que hacía de esos parajes, mundos de magia, de ensueño, donde habitaban las princesas, príncipes, hadas, animales que actuaban como los humanos, aunque también existían brujas malévolas, pócimas, engaños, pero, al final, siempre salía victorioso el bien. Cada vez que su madre tenía oportunidad, adquiría cuentos ilustrados para ella, iniciándola desde muy temprana edad en el maravilloso y fantástico mundo de la literatura. 
A la par que aprendía sobre los personajes y acontecimientos relatados, buscaba entender las explicaciones que las moralejas dejaban en sus historias.
 −Mami, ahora el lobo se comió a la abuelita de caperucita roja.−¡Oh, no! A el lobo también le gustan las borreguitas. 
−La enseñanza que nos dejan, −dijo su madre; −es que los pequeños siempre deben obedecer a mamá, porque como adultos, tenemos la experiencia y el deber de proteger a los hijos. 

Un día, la niña pidió tener una mascota, siempre había deseado un perro con quien compartir juegos y secretos. Su madre le dijo que adoptarían alguno, porque cuando salían a comprar los víveres, había tantos animales sin hogar, que daba compasión al observar las condiciones tan deplorables en que se encontraban: Hambrientos, con su pelaje cubierto de suciedad, pulgas y llagas. De pronto, la mirada de Lizzy quedó atrapada en unos ojos que le observaban fijamente, era un cachorro labrador. 
Estaba escondido debajo de una banca, como si temiera recibir puntapiés. Primeramente compraron una cuerda para sujetarle, le llevaron al veterinario de la colonia, lo bañaron y bautizaron con el nombre de Sultán. A partir de ese momento, se convirtió en el fiel compañero, dormía a los pies de su cama, le acompañaba en todos sus juegos. Así, entre fantasía y realidad, llegó el momento de acudir a preescolar. 
A la salida de clase, ella siempre esperaba divisar a lo lejos el rostro apacible de su madre, quien caminaba con Sultán a un lado, detenido por una correa atada a su cuello, la cual impedía que corriese hasta el salón donde la niña aguardaba. Sultán traía sus orejas levantadas, movía la cola alegremente y emitía ladridos de alegría, porque finalmente llegaría al encuentro con su compañerita de aventuras. Cuando salía de casa, se afianzaba de la mano de mamá; disfrutando el canto de los pájaros. 
De pronto, aparecen unos jóvenes con un pañuelo sobre el rostro, le piden a su madre el bolso que pendía sobre su hombro; ella, en vez de obedecer, tomó a Lizzy en brazos y emprendió la huida. Sultán ladraba desesperadamente mostrando sus filosos colmillos a sus oponentes, tratando de detener su ataque y proteger a las personas que tanto amaba. Sin embargo, un disparo se dejó escuchar, taladrando oídos y rompiendo el silencio del viento. Lizzy no entendía que ocurría, volvió la vista y vio a su mascota tendida en un charco de sangre; escapó de los brazos que la aprisionaban y corrió hasta donde se encontraba su entrañable amigo. 
Los ladrones habían huido. En ese momento, la niña se dio cuenta de que existía la maldad en los seres humanos, la muerte que llegaba, arremetía y se llevaba lo que tanto se ama y se necesita. Pero también aprendió a reconocer el valor y amor incondicional de su mascota, quien ofrendó su vida al salvaguardar su integridad. Su madre le enseñó a perdonar a quienes le causaron daño, a salir de la etapa de duelo y sonreír a la vida.

Haiku

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

Género poético de origen japonés. Los haikus se escriben, según la tradición, en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Suelen hacer referencia a escenas de la naturaleza o de la vida cotidiana, y a menudo incluyen una referencia a una época o momento del año (kigo).

He aquí mis primeros haikus.




Poemas Joan Margarit

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

https://www.joanmargarit.com/category/seleccio-de-poemes-escrits-i-recitats/joana-ca/


MADRE E HIJA

Tus manos son todo su pasado:
treinta años de amor en el fondo de tus palmas.
La has velada durante toda la noche
y t'ajeus en su cama junto a ella,
con tu pecho contra su espalda
y el rostro muy cerca de sus cabellos cansados.
El abrazas y le hablas en voz baja
mientras la acaricias.
Son las últimas noches. Sientes el calor
de su cuerpo agotado que conoces tan bien.
En la muerte aprenderás a cuidar de ella.
Ha sido siempre un niño: vela su sueño,
que va pareciendo más y más, y más,
en la profunda oscuridad de alegría
donde ella cae dentro de tus manos.

SÚPLICA

De esta mañana de invierno, amable y tibio,
por favor, no te vayas
y quédate sumergida en este patio,
como un naufragio, en nuestra vida.
Entre el laurel y las macetas de aspidistras
de hojas verdes, anchas y románticas,
por favor, no te vayas, no te vayas.
Todo está preparado para que tú estés,
pues, quédate, por favor, y no te vayas.
Dime si te acuerdas: necesito
unas palabras con la clara y honda
voz de la ausencia para preguntarte
por tu fugaz triunfo sobre el nunca más.
Pero callas, descansas al pasado,
esta cama de tristeza fulgurante.
Y así has ido cerrando hacerte en el capullo
de la oscura durante estos ocho meses,
hasta que ahora, horrorizada por la luz,
surge aleteando la mariposa
pálida, furiosa, de la muerte.
Pero, si estás muriendo, te todavía vivos,
y hago estallar la última alegría
de tu rostro cansado
con las pequeñas manos entre las mías.
Morirse aún es vivir, me repito.
De esta mañana de invierno, amable y tibio,
por favor, no te vayas, no te vayas.

jueves, 23 de abril de 2020

reconocimiento

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.


Acreedora de un espacio literario en la conformación de la antología digital por el "Día Mundial del Libro".
Mi nombre entre los de 58 integrantes de distintos países.


Día internacional del libro

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

En 1995, la Conferencia General de la UNESCO acordó rendir un homenaje universal a los libros y sus autores el 23 de abril de cada año. Fue a través de un libro que aprendí a soñar, a visualizar otros contextos, a recrear mi imaginación y a vivir en otros escenarios. 
He aportado a las letras con cinco libros de distinto género literario, además de ensayos, críticas, artículos de opinión, ponencias educativas. Me he equivocado cientos de veces, pero vuelvo a retomar con nuevos bríos. 



Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

https://www.elsoldeparral.com.mx/analisis/sembradora-de-amor-5137268.html




Sembradora de amor
Por Cuquita Sandoval Olivas
Quiero compartir una de las máximas bendiciones que he tenido en mi vida y que seguramente, ustedes encontrarán eco y coincidencias en el sentir y expresar de este artículo.
Después de 40 días en aislamiento, ha habido tiempo más que suficiente para formar e instalar otros hábitos en nuestro diario actuar, pero lo más importante, en mi caso, ha sido el hurgar introspectivo y reflexivo que conllevan los espacios de silencio, donde se puede entrar en comunión y sincronía con las prioridades en nuestra existencia afectiva. Los cambios que hemos tenido que implementar han sido difíciles, sobre todo para las generaciones más jóvenes. “La casa de los abuelos”, siempre ha estado abierta para que mis nietos pasen fines de semana, vacaciones y el tiempo que sus padres les permitan. Actualmente, cerrada por protección mutua. Los brazos que los acogían con calor, se encuentran cruzados sobre los hombros, con la distancia recomendada. Hoy más que nunca, he reconocido lo frágil y efímera que puede ser nuestra existencia, por lo que deseo patentar por escrito el amor y agradecimiento que profeso a mis seres queridos.
En esta ocasión, hago referencia a la sexta de mis diez nietos: Dana Yaniel Cano Pérez, quien, primeramente, manifestó descontento y tristeza por no permitirle acunarse en nuestros brazos, así como el venir a pasar vacaciones a nuestra casa, misma que ha sido su segundo hogar desde el momento que nació.
Es una niña de 10 años, con una agudeza y sensibilidad muy desarrollada, debido a los problemas que ha tenido que enfrentar. A los pocos meses de nacida, su hermana mayor fue diagnosticada con cáncer; por lo que aprendió: a succionar alimento con un popote al negarse a tomar el biberón; sus balbuceos iniciales y a dar sus primeros pasos afuera del hospital; con la imagen de una madre sufriendo, primero por la enfermedad y después por la muerte y ausencia de su hermanita; circunstancias que le privaron de atenciones, cuidados y alegrías de una mamá devastada por el duelo; entonces, se afianzó desesperadamente a la figura paterna, misma que perdió al poco tiempo con la separación y aislamiento de su padre.
Como abuelos, le hemos acompañado en sus lágrimas y tristezas, pero también, estamos conscientes de la resiliencia y fortaleza que ha construido a su alrededor. Hemos tomado sus manos desde sus primeros pasos, tambaleantes al principio, y adquiriendo seguridad en la medida que crece. Dana se destaca por esa sonrisa angelical, irradia y contagia amor; es fácil de hacer amistades, de conversación ágil, de mirada pura y diáfana, de quien transporta emociones y despierta sentimientos, cuando entona melodías con esa hermosa voz heredada de su madre; una niña, que por siempre ha tenido mascotas a su cuidado, desarrollando ese vínculo especial de protección y atención que sabe brindar.
La niña del ayer, hoy se encuentra en la antesala de la pubertad, dispuesta a enfrentar los retos de la adolescencia con valentía y entusiasmo; algunos comportamientos han cambiado, como el disfrutar su propio espacio y privacidad; ama viajar y pasar tiempo con la familia, manifestando con sus palabras, que es lo primordial que poseemos; es la compañera incondicional, que siempre tiene alguna anécdota o historia que relatar, además de que le apasiona dar consejos y recomendaciones.
Aplaudo el dinamismo que imprime en todas las actividades que realiza; desde las escolares, personales y sociales. Guardo en el baúl de los recuerdos, fotos que constatan el paso del tiempo, dibujos y cartas que elaboraba de pequeña; cuando disfrutaba dormir en nuestra cama y la independencia que ha ido adquiriendo con el paso de los años.
Declaro abundancia de salud, fe y prosperidad en su vida, le auguro que siempre será esa sembradora de ilusiones que va en pos del arcoíris de sus sueños.

miércoles, 22 de abril de 2020

Día mundial de la tierra


LA TIERRA
Punto distante en el universo, ahí yace nuestro Sistema Solar…su tercer planeta es azul, evolución geológica asentada en el libro fosilizado de las rocas… de la precámbrica a la cenozoica. Sol y agua, binomio de vida, casa que alberga millones de manifestaciones vivas…
Problemática mundial es el  calentamiento global y todas sus repercusiones:   daño en la capa de ozono,  deshielo de los polos, sequías, …aunadas a las propiciadas por el hombre: deforestación, sobrepoblación, uso desmesurado de químicos…
Mi hogar, tu casa. ¿Por qué no lo cuidamos?



Pandemia



Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

El Decameron






Estoy leyendo el libro "El Decamerón", en este se detalla la peste bubónica que aconteció en Florencia en el siglo XIV. Permite reconocer el comportamiento humano ante una situación de esta índole. Giovanno Boccaccio, retrata la prosa social, económica, religiosa de ese tiempo con un lenguaje mordaz y detallado. Se recomienda discreción porque son 101 relatos que incursionan al erotismo y atentan contra la iglesia. Dejo enlace para si alguien gusta de escucharlo en audio libro.


https://www.youtube.com/watch?v=PqBzMZ4uCTI




https://freeditorial.com/es/books/el-decameron
El libro completo se puede descargar en Free editorial

martes, 21 de abril de 2020

Dune – Frank Herbert

Dune – Frank Herbert: Dune relata la historia del planeta desértico Arrakis, única fuente de melange, la especia necesaria para el viaje interestelar y …

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.

lunes, 20 de abril de 2020

Reconocimiento


¡Vamos!... hermanos del mundo
levantemos ánimos
Fe y confianza
Esperemos un mañana



Sin amenaza
Sin disturbio
Sin pandemia
¡Con añoranza!



domingo, 19 de abril de 2020

Duplas poéticas

Soy fuego, ceniza, luz, calor y vida;
 me gozo en el trinar de los pájaros,
en el murmullo del viento,
en el croar de las ranas
y en el canto de los grillos.
en el color de las flores
y en verdor esperanza.


miércoles, 15 de abril de 2020

Pandemia




Pandemia
A fuerza de repetición
en todos los canales masivos
de comunicación
la información…
golpea como la cascada
al tocar el agua en reposo
cual tormenta, cuyos ¡truenos relampagueantes!
atraviesan el cielo
de individualidades, familias, comunidades, países.
Viento que golpea incontrolable
se expande, ¡cruza fronteras!
sin licencias ni permisos especiales.
Esperanzas desvanecidas
que ejércitos, armamentos, políticos, influentísimo
y vanidad del hombre invencible y conquistador
frene o amortigüe su paso.
Cuando llega a mi conciencia
empiezo a vislumbrar
impacto, trascendencia y alcance.
Nuestro mundo danza tan rápidamente
se ha acostumbrado a la vorágine del tiempo
a correr tras el reloj
a conquistar cimas,
alcanzar utopías.
Hoy se exige tomar un respiro
aislamiento, soledad, introspección
¡No a la socialización!
¡No más abrazos, besos o estrechar manos!
¡No acunar niños en el regazo!
¡No sostener la mano del enfermo, del anciano!
¡No al contacto real!
que permite escuchar la sincronía de latidos
y trasmisión de calor
¡Desconfianza!
¡Miedo!
¡incertidumbre!
estadísticas escalofriantes
datos fríos
que muestran la pequeñez de la humanidad
ante esta pandemia
que se corona como reina del mundo
trayendo consigo
¡enfermedad!, ¡miseria!, ¡dolor! ¡muerte!
Científicos desesperados
economía en declive
desconcierto
vacilación, tambaleo.
¡Espera!
¡Aún es tiempo!
hemos vencido otras catástrofes
concentrando energía, fuerza y optimismo
atendiendo indicaciones
urdiendo estrategias para vencer al enemigo.
Son momentos:
de quietud, reflexión, para sí mismo
aprender a mirar, abrazar y besar con el corazón
conectar almas,
unir nuestras voces
tender puente
¡que la mirada acaricie!
¡el espíritu abrace!
desbordar ternura y amor
cuidándose a sí mismo
y a su alrededor.





jueves, 9 de abril de 2020

Aportación al Sol de Parral

Hermandad


  / JUEVES 9 DE ABRIL DE 2020

Hermandad



Las aportaciones en este espacio cultural son producto derivado de profundas cavilaciones sobre ideas, lecturas y observaciones de la vida cotidiana; reconozco que todos y cada uno de los habitantes de este planeta estamos hermanados por el solo hecho de ser humanos, por cohabitar en un espacio común; por lo que dentro de las individualidades que nos atañen y diferencian, hay una alta relación de semejanzas que nos hermanan.
El contexto mundial por el que estamos atravesando, ha dejado al descubierto la inmensa fragilidad humana, la cercanía en la distancia, aún que haya mares y continentes de por medio, pero también ha despertado conciencias aletargadas para revalorar nuestro paso efímero por la vida; por agradecer el pan de cada día, el ser merecedores a un nuevo despertar y por las distintas personas que nos rodean y son parte de nuestro transitar.


Anoche, Morfeo llegó a apaciguar la tormenta de horas de insomnio, y como regalo adicional, me permitió gozar de la presencia de mi madre muerta; pude aspirar su fragancia y reclinarme en su pecho como lo hice tantas veces; me gocé de su aliento, de su cuidado y abrazo de amor maternal; de tal forma que, al despertar, una sensación de beneplácito y tranquilidad inundó mi alma; y en medio de tempestades borrascosas que circundan los noticieros, encontré la figura fuerte, enérgica y determinante de mi hermana. Sí, de esa mujer nacida a mediados del siglo XX, quien carga una serie de dolencias que el tiempo ha dejado en su organismo, pero que no ha logrado doblegar su espíritu de servicio a los demás.
Carmen Ofelia Tarín de Pérez ha sido desde siempre una segunda madre para todos y cada uno de mis hermanos y pilar fundamental de toda la familia.
Dentro del aislamiento impuesto y sostenido por voluntad y convicción de cuidado propio y ajeno; ella y su esposo Germán Pérez Talamantes, se han dado la tarea de vestirse de optimismo y mostrar las facetas de la esperanza para sosegar mi alma lastimada por la incertidumbre.
Con los cuidados protectores necesarios: cubre bocas, guantes y distancia de por medio; llegan hasta la puerta de nuestro hogar, trayendo víveres, objetos y utensilios que pudiésemos ocupar, alimentos de cuaresma, que traen implícitos la sazón y recuerdos de otros tiempos, memorias del pueblo, ¡la cocina de mamá!
Su llamada telefónica es la primera que recibo al despertar, con muchas recomendaciones, anécdotas, música y añoranzas, busca mi carga emocional aligerar. Y por las noches, me otorga bendiciones, encomienda, salud y protección al Señor de Señores, llenando mi alma de tranquilidad.
Debiera ser yo quien la cuidara y protegiera, sin embargo, una vez más me muestra los lazos fuertes y solidarios que se tejieron en nuestra célula familiar.
Así como ellos, he visto muchas personas que se encargan de gestionar, informarse y ayudar. Héroes que se han dedicado a brindar soplos de aliento, palabras y acciones que se tejen en el viento, dejando al descubierto la bondad, empatía y solidaridad.
Vaya pues para cada uno de nosotros, un abrazo solidario que construya fortalezas, que reanime, inspire, motive y aliente. Cierro con una frase de Charles Chaplin: 
…” Vive intensamente cada instante de tu vida, antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.


domingo, 5 de abril de 2020

viernes, 3 de abril de 2020

Aniversario de bodas





Autora: María del Refugio Sandoval Olivas

Las fotos del ayer
son como espejos del tiempo
sus reflejos dejan ver
rostros de piel lozana
frescura de juventud
sin aureola de las canas

Las fotos del ayer
están llenas de añoranzas
son como marcos del alma
artesanas de vivencias
que tejen historias pasadas

Las fotos del ayer
traen recuerdos y suspiros
que se guardan en el pecho
y vuelven a visitarse
como golondrina al nido

Las fotos del ayer
traen el eco de las voces
de promesas e ilusiones
de los hijos que llegaron
cual antorcha que ilumina
y un día emprendieron el vuelo
buscando su propio destino

Las fotos del ayer
escenarios de recuerdos
campos sembrados de versos
treinta y ocho escalinatas
juntos en el andar

Las fotos del ayer
cual eslabones unieron
el destino de dos almas
que no se cansan de amar
y al cielo las gracias dar.