Un milagro en navidad
Cada uno de nosotros ha esperado
un milagro en uno o varios momentos determinados de la vida, especialmente
cuando se refiere a la salud personal o de alguno de nuestros seres queridos.
La palabra “milagro”, tiene una connotación especial, hace referencia a un
suceso extraordinario, a un poder sobrenatural que envuelve y permite ser
depositario o testigo presencial de este.
Generalmente, nos sentimos
defraudados y enojados cuando no hay una respuesta afirmativa a nuestras
peticiones, sin embargo, día a día, son múltiples los sucesos que acompañan
nuestro caminar. Solemos llamarle destino, suerte, fortuna, ventura, entre
otros.
Desde la cuna de la civilización
griega, se abordó el estudio de lo esotérico y exotérico, entendiendo la primera
como todo lo relacionado con las enseñanzas, tradiciones, espiritualidad y fe;
no se ve, pero se siente, se vive, con tal fuerza que es capaz de conspirar a
favor de quien lo practique. El segundo
término, hace referencia a lo visible, al conocimiento de fácil acceso.
Sabemos que todo es energía en el
del universo, que las cosas son tangibles e intangibles como cuerpo y alma, algunos,
intentamos alimentar nuestros pensamientos con carga positiva, buscando
irradiar interna y externamente esa fuente de luz que trae salud, felicidad y armonía.
Stephen Covey, escritor de “Los siete
hábitos de gente altamente efectiva” explica y ahonda ampliamente al respecto.
Quiero hacer mención a algunos
sucesos detonantes en nuestra vida familiar que puedo catalogar de milagros.
Primeramente, cuando mi nieta enfermó con un cáncer terminal en el año 2009,
fuimos testigos de la transformación de su fe, de cómo recibió a Jesús en su
corazón y creyó en la esperanza de la resurrección. Así mismo, su entereza,
valor y determinación al exigir no recibir más tratamiento, a sabiendas de que
el precio era acortar su existencia; el cómo su historia movió y sigue
impactando en el corazón de infinidad de personas.
Otro de los milagros recibidos
fue la longevidad y calidad de vida de nuestra madre, quien, a pesar de haber
enfrentado grandes adversidades, fue una persona sana, quien dejó este mundo
casi a los 95 años de edad, por el cansancio y deterioro propio del tiempo.
Mi hermana, sufre una trombosis
severa que la deja al borde de la muerte, se recupera y sigue siendo el pilar y
fuerza de nuestra familia.
Manuel Quiñonez, en medio de su
gravedad, pide recibir el bautismo y prepararse para ir al encuentro del Señor.
Miguel Olivas Arzabala, quien
radica desde la década de los 80 en Estados Unidos, desempeñándose en el área
de mantenimiento de uno de los condominios turísticos más grandes de Snowmass
Colorado, sufre un terrible accidente al caer desde un tercer piso sin
protección alguna. Es trasladado en helicóptero a la ciudad de Denver, Co.,
debido a la gravedad presentada. El día de ayer tuvo una operación donde varios
especialistas debieron intervenir, ya que sus órganos internos se movieron por
el impacto recibido; saliendo triunfante de la mesa de operaciones y con un
pronóstico alentador.
Pudiera seguir relatando más
sucesos detonantes, algunas batallas que pudieran considerarse perdidas, al no
seguir en este espacio terrenal; pero el milagro se presentó con distintas
investiduras hasta que pudimos reconocerlo.
El milagro más grande lo tenemos
cada día, cuando podemos abrir nuestros ojos y recibir el regalo de seguir
respirando, de gozarnos con la presencia de los seres que amamos, de la
contemplación de las maravillas de la naturaleza, de la amistad recibida y de
todas las personas que giran a nuestro alrededor.
Somos bendecidos porque tenemos
la oportunidad de celebrar el nacimiento de Jesús, aún en medio de
circunstancias extremas y diferentes.
Por tal motivo, expreso por este
medio, mi agradecimiento, bendiciones y mejores deseos para esta navidad.