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viernes, 25 de diciembre de 2020

Un milagro en navidad

Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.





Un milagro en navidad

Cada uno de nosotros ha esperado un milagro en uno o varios momentos determinados de la vida, especialmente cuando se refiere a la salud personal o de alguno de nuestros seres queridos. La palabra “milagro”, tiene una connotación especial, hace referencia a un suceso extraordinario, a un poder sobrenatural que envuelve y permite ser depositario o testigo presencial de este.

Generalmente, nos sentimos defraudados y enojados cuando no hay una respuesta afirmativa a nuestras peticiones, sin embargo, día a día, son múltiples los sucesos que acompañan nuestro caminar. Solemos llamarle destino, suerte, fortuna, ventura, entre otros.

Desde la cuna de la civilización griega, se abordó el estudio de lo esotérico y exotérico, entendiendo la primera como todo lo relacionado con las enseñanzas, tradiciones, espiritualidad y fe; no se ve, pero se siente, se vive, con tal fuerza que es capaz de conspirar a favor de quien lo practique.  El segundo término, hace referencia a lo visible, al conocimiento de fácil acceso.

Sabemos que todo es energía en el del universo, que las cosas son tangibles e intangibles como cuerpo y alma, algunos, intentamos alimentar nuestros pensamientos con carga positiva, buscando irradiar interna y externamente esa fuente de luz que trae salud, felicidad y armonía.  Stephen Covey, escritor de “Los siete hábitos de gente altamente efectiva” explica y ahonda ampliamente al respecto.

Quiero hacer mención a algunos sucesos detonantes en nuestra vida familiar que puedo catalogar de milagros. Primeramente, cuando mi nieta enfermó con un cáncer terminal en el año 2009, fuimos testigos de la transformación de su fe, de cómo recibió a Jesús en su corazón y creyó en la esperanza de la resurrección. Así mismo, su entereza, valor y determinación al exigir no recibir más tratamiento, a sabiendas de que el precio era acortar su existencia; el cómo su historia movió y sigue impactando en el corazón de infinidad de personas.

Otro de los milagros recibidos fue la longevidad y calidad de vida de nuestra madre, quien, a pesar de haber enfrentado grandes adversidades, fue una persona sana, quien dejó este mundo casi a los 95 años de edad, por el cansancio y deterioro propio del tiempo.

Mi hermana, sufre una trombosis severa que la deja al borde de la muerte, se recupera y sigue siendo el pilar y fuerza de nuestra familia.

Manuel Quiñonez, en medio de su gravedad, pide recibir el bautismo y prepararse para ir al encuentro del Señor.

Miguel Olivas Arzabala, quien radica desde la década de los 80 en Estados Unidos, desempeñándose en el área de mantenimiento de uno de los condominios turísticos más grandes de Snowmass Colorado, sufre un terrible accidente al caer desde un tercer piso sin protección alguna. Es trasladado en helicóptero a la ciudad de Denver, Co., debido a la gravedad presentada. El día de ayer tuvo una operación donde varios especialistas debieron intervenir, ya que sus órganos internos se movieron por el impacto recibido; saliendo triunfante de la mesa de operaciones y con un pronóstico alentador.

Pudiera seguir relatando más sucesos detonantes, algunas batallas que pudieran considerarse perdidas, al no seguir en este espacio terrenal; pero el milagro se presentó con distintas investiduras hasta que pudimos reconocerlo.

El milagro más grande lo tenemos cada día, cuando podemos abrir nuestros ojos y recibir el regalo de seguir respirando, de gozarnos con la presencia de los seres que amamos, de la contemplación de las maravillas de la naturaleza, de la amistad recibida y de todas las personas que giran a nuestro alrededor.

Somos bendecidos porque tenemos la oportunidad de celebrar el nacimiento de Jesús, aún en medio de circunstancias extremas y diferentes.

Por tal motivo, expreso por este medio, mi agradecimiento, bendiciones y mejores deseos para esta navidad. 

 


viernes, 18 de diciembre de 2020

Deseos y agradecimientos

https://www.elsoldeparral.com.mx/analisis/espejos-de-vida-deseos-y-agradecimientos-6148278.html








Deseos y agradecimientos

El arte de escribir consiste en plasmar ideas con cohesión y coherencia, de tal forma, que, al llegar al lector puedan tender un puente de comunicación significativa entre emisor y receptor

El primer paso es delimitar el universo de la multiplicidad de temáticas que se pueden abordar, focalizar la mirada en una perspectiva y dibujar un marco indagatorio, con pinceladas de colores para agrupar y categorizar conocimientos, emociones y sentimientos que cobrarán vida al momento de ser leídos.

Todo comienzo es la gran batalla que se enfrenta ante la hoja en blanco; en la medida que se van aclarando pensamientos e ideas, las palabras empiezan a fluir como si fuera una fuente inagotable que buscan cobrar vida a través del texto escrito.

Estas fechas, generalmente son emblemáticas, poderosas y energéticas; ejercen una fuerte atracción sobre la introspección, invitando a buscar el sentido de la existencia, de la fe, de la revisión de hechos y acciones; trastocando las partes invisibles del espíritu, alma y conciencia, cuyo resultado, surge como rejillas de luz incandescente que iluminan a su alrededor, alumbrando las cosas y personas que habían permanecido invisibles y estáticas a la vista.

Este escrito va dedicado a mis alumnos y compañeros de la Escuela Normal Superior Profr. José E. Medrano, unidad Parral, quienes con su presencia han dado un giro significativo a mi existencia y hacer cotidiano, permitiendo que volviera a renacer la pasión de compartir y aprender de cada uno de ellos, en un espacio educativo.

Consciente del reto que estamos enfrentando al educar y aprender en la virtualidad impuesta por un virus implacable, que ha trastocado los contextos cercanos, dejando incertidumbre, dolor y desconsuelo; trato de vestirme cada amanecer para el festejo de la vida, para disfrutar intensamente el regalo de un nuevo día y de las personas que conviven a mi alrededor.

Hay una cámara de por medio, misma que permite ver la mirada de estos futuros educadores, cuyo destello de juventud, expectativas y sueños llegan a trastocar mi alma, a revivir esos momentos de pasión por la enseñanza, a redescubrir el mundo a través de sus ojos; a encontrar nuevos significados y a estar en esa búsqueda constante de métodos, técnicas, estrategias, recursos y aplicaciones que tiendan un vínculo entre contenidos de formación e información. 

Dentro de ese proceso cíclico que vamos enfrentando en nuestro caminar, todo final es un nuevo comienzo; todo acontecimiento es un pretexto para aprender.

Hemos construido la forma de acercarnos, conocernos y encontrar relevancia y aplicación a los contenidos que se abordan, a los recursos tecnológicos, didácticos y pedagógicos que se encuentran en la red; explotando al máximo la oportunidad de aplicar el aprendizaje situado, utilizando plataformas y reuniones virtuales, interactuando con grupos afines por medio de coloquios, mesas de diálogos, debates, presentaciones de temas específicos, teniendo la oportunidad de conocer a personas de otras ciudades y países, entendiendo su contexto y aprendiendo a valorar su cultura e interconexión que brinda la aldea global del conocimiento.

El aprendizaje es infinito, brinda las posibilidades de irse expandiendo, acrecentando en la medida que le vamos conociendo; pero también es potencialmente afectivo, de tal forma, que requiere amor, entrega, compromiso, dedicación y mucha perseverancia, no claudicar ante los obstáculos, sino aprovecharlos como puertas de entrada a nuevas experiencias.

Se dice que en la medida que damos recibimos, por lo que me siento una profesional plena, feliz y completa al recibir su afecto y buenos deseos, mismos que añoro se multipliquen para ustedes y sus familias, que reine la salud y la armonía en su hogar y disfruten plenamente estas fechas y receso navideño.

 


martes, 15 de diciembre de 2020

Que mejor regalo a tu terruño que narrar su historia.

                                                      La navidad y yo




Navidad en mi pueblo

    ¡Balleza de mis amores! Terruño tatuado en corazón y pensamiento; cuyo espacio ha dado cobijo a tantas generaciones, compartiendo memorias, recordando semblanzas, experiencias e historias compartidas. Pueblito custodiado por cerros, que se erigen cual fieles guardianes protectores, que visten sus laderas con los colores ornamentales de las estaciones.
    
    Así las cosas, en diciembre, los habitantes del pueblo, adquieren un nuevo boleto de abordaje en el tren del renacimiento de la vida. Aligeran su equipaje, dejando las preocupaciones que han sostenido sobre sus hombros por once largos meses y se preparan para las grandes celebraciones.
Este mes, da entrada al invierno, donde el frio del exterior se mezcla con el calor emanado de los hogares; los olores y espirales de humo de estufas y chimeneas se esparcen por el azul grisáceo del horizonte; el sol se aleja de la tierra, para dar paso a nuevas manifestaciones de la naturaleza; las estrellas brillan con intensidad en el firmamento; el campo usa su vestido de gala, como si el pintor universal hubiese arrojado con su pincel destellos de color blanco, cuya pureza recuerda el milagro de la concepción, aligerando cargas, lavando sinsabores y limpiando desesperanzas.

    Navidad, palabra que encierra en sí expectativas, representada por el color del follaje de los pinos, por la mirada inocente del niño que espera recibir su juguete añorado de manos de Santa Claus, por los padres ansiosos que añoran al hijo ausente; el enfermo que aguarda el milagro de sanación, por quien anhela la libertad perdida; esperanza de un mañana mejor, sin violencia, donde solo haya cabida para el amor.

    Predominio del rojo candente, cual prueba fehaciente de la sangre del salvador derramada por los pecados de la humanidad; color del líquido vital que corre por nuestras venas y alimenta el cuerpo; tinte representativo del corazón que late al unísono, vibrando con la intensidad de la añoranza, solidaridad, empatía y ayuda para el más desprotegido.

    Hay posadas, piñatas, platillos representativos como ponches, buñelos, sopaipillas. Intercambio de buenos deseos, abrazos, regalos, reuniones y reencuentros familiares; pero, sobre todo, predomina la convivencia, remembranzas y lazos de unión indisolubles a través del tiempo y la distancia.

    Balleza vive intensamente sus celebraciones, cada año son nuevas generaciones las que abordan y se suman a este proyecto de vida y lamentablemente son otras tantas las que hacen su parada definitiva en el viaje sin retorno.
Balleza vibra con las campanadas navideñas, con los cánticos de alabanza, con las memorias de su gente; con las nostalgias y alegrías que han dejado impreso el eco del recuerdo.



viernes, 11 de diciembre de 2020

Ángeles con batas blancas

Ángeles con batas blancas 




    Hoy más que nunca se ha reconocido y enaltecido el rol preponderante de las personas que se dedican al cuidado de la salud. Ellos enfrentan la primera línea de batalla ante las adversidades que ponen en riesgo lo más valioso que poseemos: “la vida”. Por un lado, representan la esperanza ante la pérdida de la salud, son la balanza que proporciona equilibrio y permiten vislumbrar rejillas de esperanza ante la desolación que producen las enfermedades; su presencia es esperada con ansia tanto por el enfermo como por la familia, con la certeza de que los años dedicados al estudio y la experiencia adquirida servirán para emitir un diagnóstico certero y una prescripción adecuada que lleve a fortalecer el organismo, brindando a la vez certeza, confianza y seguridad; plataformas difuminadoras de la oscuridad que trae consigo la desesperanza. 

     Ser un servidor al cuidado de la salud, implica tener una formación sólida, que además del dominio de los contendidos curriculares, respalde sus palabras con acciones contundentes y reconozca el valor de su ser y hacer en el trato y cuidado que brinda a sus pacientes. 

    En esta ocasión, me permito hacer mención especial de un enfermero que presta sus servicios desde 1998 en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la clínica de Hidalgo del Parral, Chihuahua. Su nombre: Marco Vinicio Gutiérrez Holguín, egresado como licenciado en enfermería, cursando seguidamente estudios de “postécnico” en la rama. Joven de sonrisa franca, mirada amable, presto al diálogo e interacción y, sobre todo, dispuesto a atender con calidad y calidez a quien requiere de su ayuda. 

     Tuvimos la suerte de encontrarle en nuestro camino en álgidos momentos familiares, nuestra madre, una ancianita de casi 95 años de edad, dejó de alimentarse por su cuenta, requiriendo con urgencia la inserción de una sonda, fue referida a sus manos y fuimos testigos del cuidado y atención específica que le brindó. Durante el tiempo que duró el proceso, buscó las palabras para animarla, mirándole a sus ojos y permitiendo que mi hija permaneciera a su lado sosteniendo sus manos. 

    Con paciencia y profesionalismo, nos dio la información requerida para su cuidado, se percató del miedo que mamá tenía a los hospitales, por lo que hizo patente su disposición de acudir a nuestro hogar en caso de ser necesario; para tal efecto, nos confió su número telefónico y acudió a nuestro llamado las dos veces que fue requerida su presencia. No aceptó ninguna remuneración a cambio, dijo que solamente era devolver un poco de lo mucho que la vida le había brindado.

     De ese evento hace ya tres años, a pocos días de recibir la sonda, mamá fallece, en parte debido a la edad, a su resistencia de depender del cuidado de los otros, a los estragos al organismo que traen consigo los años; sin embargo, cada vez que veo a Marco Vinicio en la clínica, me embarga un sentimiento inmenso de gratitud hacia su persona, hacia el profesional que se mueve con diligencia en los distintos espacios donde es conferido; hacia lo que representa la investidura que porta con orgullo y hacia el reconocimiento por lo que hizo por nuestra madre, por su labor diaria y el impacto que tienen sus buenas acciones en las personas que lo rodean. Sírvase estas letras como vehículo portador de este mensaje, deseando que haya muchos servidores como Marcos Vinicio, cuyo lema sea: “Dar un poco a los demás de lo mucho que recibimos”

viernes, 4 de diciembre de 2020

Homenaje a Manuel Quiñonez Reyna

                    Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.
El Sol de Parral
Homenaje póstumo 
    Cada evento en la vida de una persona va conformando su propia identidad histórica y al entretejerse en el tejido social de la comunidad, va dando forma al contexto en que se desarrolla. El ciclo natural de la vida presenta distintos itinerarios del viaje por esta, así como el destino final a que hemos de arribar como seres finitos. Algunos adquirimos un boleto con más estancia en el plano terrenal, para otros se termina de manera abrupta, por enfermedad, accidente o distintas manifestaciones que llevan a exhalar el último suspiro; un hecho inevitable, es la angustia generada por el apego con las personas que amamos, el desprendimiento del cuerpo físico que habitamos y el vacío de su presencia. 
     Es un viaje que a medida que se avanza, se reconoce lo efímero del tiempo y lo corto del trayecto. El descenso de algún pasajero, permite reflexionar sobre el valor que damos a quienes nos acompañan y los momentos pasados a su lado; de las muchas palabras que quedaron sin pronunciar, de los abrazos y besos que faltaron dar y nos invita a reconstruir nuestro ser y hacer desde el plano interior, para lograr que esa luz de armonía y energía se proyecte hacia nuestro alrededor. La situación actual que vivimos a nivel mundial, presenta una línea equidistante que nos ha acercado más que nunca a esta realidad, a la vez que nos ha alejado de las personas que amamos. 
     Vayan estas letras para manifestar el dolor, desconsuelo y angustia que recientemente vivimos como familia al perder uno de nuestros integrantes; todos somos importantes dentro del ámbito en que nos desenvolvemos, pero este rasgo se hace esencial y deja un hueco imposible de llenar en el núcleo familiar primario. 
     Manuel Quiñonez Reyna, distinguido y reconocido profesionista dentro de la rama de odontología, brindó servicio con calidad y calidez por muchos años a la comunidad en general, gozando de un alto prestigio por el trato humanitario y la convivencia generada con sus pacientes. Así mismo, fue un buscador incesante de la excelencia, siempre en constante actualización y preparación, brindando la confianza y seguridad a quienes eran atendidos en su consulta. 
    Amante del deporte, practicó el futbol, basquetbol y apoyó a todos los equipos que buscaron su patrocinio y respaldo económico. Su muerte ha generado un coro de lamentos, niños, jóvenes y adultos hacen patente la generosidad que le caracterizaba al apoyarles con los diversos gastos derivados que vienen implícitos con el desarrollo de la habilidad deportiva y el trabajo en equipo 
    Como esposo fue cabeza de hogar, proveedor en todos los sentidos que una compañera de vida necesita; como padre, trabajó y proporcionó a su familia tiempo, amor, atención y cuidados, dejando en ellos la semilla de la fe, los valores universales para desenvolverse en un mundo lleno de conflictos, la resiliencia y fortaleza para sobrellevar los embates de la vida, enseñando y predicando con el ejemplo, uniendo palabra, acción y pensamiento a sus hechos. 
     Dador por excelencia, su recuerdo prevalecerá en la memoria de quienes tuvimos la suerte de conocerle y convivir de cerca. En su rol de amigo y parte de la familia, fue soporte de apoyo en consejo, guía, floreciendo el respeto y la actitud bromista que le caracterizaba. 
     Vaya este sencillo homenaje a su recuerdo, como un agradecimiento por lo mucho que recibimos de su parte; por esa adopción que hizo de sus suegros como padres, al amarles, y brindarles su manto protector.
     Finalmente, deseo que estas sencillas palabras lleguen y conforten a su familia, viajen por el universo hasta arribar a su alma en reposo, para hacerle saber lo mucho que duele su ausencia y lo importante que fue en nuestras vidas.