África
Pensando en un regalo especial
para brindarte en el día de tu octavo cumpleaños, que además pueda ser
significativo y duradero a través de los años, mismo que puedas abrir con
emoción y experimentar el regocijo de saberte amada, decidí escribirte esta
carta, con la tinta de los sentimientos de abuela enamorada, abriendo el
pensamiento y corazón, además de buscar las palabras precisas que logren
trasmitir este mensaje que, en tu tierna inocencia de niña, alcances a
comprender.
Desde el momento de tu
llegada, quedamos atrapados y cautivos de esa frágil y diminuta figura, con cabellos
de oro y piel tan blanca, cuyo símbolo es el color de la pureza y de la paz;
has sido como un sol que alumbra y da calor a nuestras vidas, tu sonrisa es tan
bella, irradia destellos de dulzura y el solo mirarla es como obtener una
bendición del creador; tu presencia es tan necesaria y sublime como la belleza
del amanecer y el ocaso al atardecer; tu voz, una cascada de palabras que va formando
un río de alegrías y emociones que inundan nuestro ser.
Has sido como las gotitas de
rocío que añaden vida a las plantas, porque aprendemos a través de ti, a
encontrar nuevos caminos para ser feliz y otros motivos para agradecer y
sonreír. Es tan gratificante sentir tus diminutos brazos alrededor de nuestro
cuello, el roce de tu piel, la ternura de tu mirada y ser las personas que
además de tus padres, podemos ser guías y acompañarte por el sendero luminoso
de la vida.
Hemos sido testigos de tus primeros
balbuceos, palabras, frases y desarrollo del lenguaje, de la dificultad que experimentaste para
pronunciar muchas palabras, que hacían de la interpretación de tus diálogos una
verdadera odisea, pero a la vez, como receptores, experimentamos el deleite de escuchar esa voz tan armoniosa y
cargada de emotividad, porque una de las características que han prevalecido a
través de tu corta vida, es el acompañamiento del mensaje oral con las
gesticulaciones de cara y cuerpo, que te hacen singularmente expresiva.
Observamos tur primeros y
tambaleantes pasos, admirados de esa increíble energía que posees y proyectas
desde siempre; aún antes de caminar, trepabas y escalabas cualquier obstáculo
para llegar a tus objetivos, tan pronto te veíamos sobre la mesa, la cómoda o
cualquier superficie que estuviera ante tu vista. Luego, la facilidad
manifiesta para efectuar marometas, brincos, piruetas y acrobacias, habilidades
que sigues desarrollando por medio de la danza artística.
Recuerdo nítidamente, el dolor
y desesperación que experimentaste cuando tuviste que enfrentar tu primer año
de escuela ante la pantalla fría de una computadora, la resistencia mostrada al
permanecer por horas sentada, escuchando y sin encontrar esa fuente de calor y
socialización que esperabas. Con gritos, llantos y pataletas mostraste tu
inconformidad, porque era más placentero jugar.
Me encanta tu corazón
enamorado y agradecido hacia tus padres, el cómo manifiestas ese amor
incondicional por tu madre, al guardar un poco de tus alimentos para
compartirle, el desde muy pequeña, vencer al sueño y esperarla despierta para
expresarle cuánto la amas con abrazos, besos y palabras. El nexo tan fuerte que
tienes con tu hermana mayor, el cuánto te cuesta desprenderte de su presencia,
el imitar alguno de sus comportamientos, sin perder tu esencia e
individualidad.
Eres una niña enamorada de la
vida, proyectas ternura, te maravillas ante los acontecimientos, personas y
entorno que te rodea. Amas tu familia, las mascotas, la naturaleza, y yo, te
amo sin fronteras, hasta el infinito, niña mía.