La nueva
normalidad
Al inicio de cada actividad de escritura, se requiere
poner un orden y jerarquía al pensamiento para dar paso a la selección del tema
que será expuesto, de tal forma que me permito citar al antropólogo japonés
Jiro Kawakita, quien dice: “Que el caos
hable por sí mismo en forma de datos y después explorar para encontrar pistas
útiles a esos datos”.
Con relación al título expuesto, viene a mi mente cuando
en los Consejos Técnicos Escolares estipulados formalmente en 2013 era un
concepto en boga, mismo que aludía en sus ocho rasgos empezando con el adverbio
de cantidad “todos”. “Todas las
escuelas brindan el servicio educativo todos los días establecidos en el
calendario escolar”.
Debido a la contingencia sanitaria, el cambio
ha sido trascendental en todos los ámbitos, la escuela sigue ofertando sus
procesos de formación e información con una modalidad distinta, donde no todos
los actores asisten y cumplen cabalmente con esa normalidad; el adverbio «todos»
anteriormente se convertía en «muchos» y hoy en día se transformó en «algunos».
Al ir
incursionando en cada uno de los espacios que transitamos se aplica la misma
deducción a la regla; no todos los estados de la república mexicana estamos
transitando con el mismo semáforo; no todos los líderes gubernamentales están
tomando las mejores decisiones; las estadísticas de defunción y contagio son
distintas; la esperanza de la aplicación y funcionamiento de la vacuna está
latente en la población, pero no alcanza a cubrir a la totalidad, ya sea porque
no hay suficientes insumos o porque la gente que está en el rango de edad no
acude a su aplicación por diversos motivos.
No todos los ciudadanos nos cuidamos y
protegemos los unos a los otros, especialmente los jóvenes, quienes no han
dimensionado el impacto de sus acciones.
No todas las personas contagiadas presentan el
mismo patrón recurrente de síntomas y reacciones ante el virus.
No todos viajamos en el mismo barco, la clase
social más desprotegida ha sufrido los embates del desempleo y las carencias para
cubrir sus necesidades básicas.
No todos hemos desarrollado la capacidad de
resiliencia para enfrentar los retos, pérdidas y duelos que conlleva la
pandemia.
Una vez más, acudo a la analogía de los
conceptos educativos para encontrar significados a las circunstancias que nos
aquejan y transformarlas en ideas, mismas que llevan la intención de viajar en
el vehículo de las palabras para llegar al lector y propiciar un diálogo
interactivo.
Las competencias para la vida son definidas
como un proceso inacabado y en constante reconstrucción; de tal forma que Aprender a Aprender, es el primer
pilar, debemos reformar los aprendizajes y adaptar los esquemas necesarios; aprender a Ser, que tiene una relación
directa con la moral, los valores, la conciencia y lo que nos hace humanos; aprender
a Hacer, acciones necesarias en
nuestro diario vivir, y finalmente aprender
a Convivir.
En las cuatro competencias se encuentra el
proceso cíclico y urgente de la Nueva Normalidad imperante. Les invito a
reconstruir cada día, pensamiento, palabra y acción.