Los rostros de la violencia
El
proceso de escritura es lento, a veces es incluso doloroso, se encuentra una
hoja en blanco, miles de ideas circundando por la cabeza, cada una de estas
tiene la profundidad y significado que el autor desea imprimir, porque en la
medida que se interioriza en su análisis y reflexión, permite que vayan emergiendo,
encontrado sus nexos de cohesión, articulación y significado.
En
este artículo deseo abordar una de las problemáticas actuales que nos está
rebasando como sociedad: la violencia.
Cada día nos sorprende con sus nuevas facetas y manifestaciones, no solo a
nivel local, sino mundial. Bien lo dijo el luchador social Martin Luther King
en uno de sus magníficos y sentidos discursos: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces,
pero no hemos aprendido a vivir como hermanos”.
Cuando
incursionamos en la historia de la humanidad, podemos constatar que la
violencia ha ocupado un trono preponderante desde siempre; en su corona se
encuentran las perlas del sufrimiento y lágrimas vertidas de los oprimidos, y
en cetro, las órdenes dadas por quien se encuentra en mando, que para sus fines
se consideran justas y necesarias. Esta intimidación se ha utilizado para
conseguir las metas propuestas, para alcanzar y luego conservar distintos
estratos de poder, para impedir que las cosas cambien; un ejemplo palpable se
encuentra dentro del dogma, se adoctrina por miedo a la violencia de un Dios
ejecutor cuya sentencia puede ser de benevolencia o destrucción, sin ser
experta en el estudio de las santas escrituras, encuentro pasajes como el caso
del diluvio o el extermino del pueblo de Israel.
En
la edad media, la iglesia cometió toda serie de atropellos y vejaciones a los
que se atrevían a pensar distinto, esta época fue conocida como el
oscurantismo, consistente en bloquear la difusión del conocimiento, la libertad
de pensamiento, razón y cultura. Avanzando en la línea del tiempo nos
encontramos con la primera guerra mundial (1914), la segunda (1939) y el
genocidio perpetuado por los Nazis al mando de Hitler (1933-1945); otros tantos
conflictos bélicos que siguen sucediéndose, como la última crisis ruso
ucraniana.
Conquistas,
luchas, enfrentamientos, decisiones tomadas en nombre de la justicia. En la novela de Mark Twain de “Príncipe y
Mendigo”, acontecida en Inglaterra en el siglo XVI, se fundamenta con citas
históricas los castigos aplicados en nombre de la ley, como el ahorcamiento por
cazar una perdiz o quemar en aceite hirviendo a quien cometiera algún atropello
a sus normas.
Cada
uno de los países ha ganado su independencia en medio de un río de sangre
derramada, sin duda alguna, hemos avanzado en ciencia, en el desarrollo de la
tecnología, pero desafortunadamente, también en otras maneras de aniquilar y
seguir perpetuando esa violencia simbólica en sus múltiples manifestaciones.
Según
datos emitidos por el índice Global de Crimen Organizado 2021, México, se
encuentra en el cuarto lugar entre los países con mayor criminalidad en el
mundo. Los estados considerados con más violencia debido a los casos
presentados son: Baja California, Colima, Guanajuato, Chihuahua y Zacatecas.
Como
ya se mencionó con anterioridad, la violencia se encuentra en cada ámbito, ya
sea verbal, psicológica o física. Me permito citar a uno de los grandes
pacifistas de la humanidad: “No hay
camino hacia la paz, la paz es el camino”.
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