Un niño
que descubrió el dolor
Hace tiempo abordé los conceptos de causalidad y
casualidad, siendo la primera la que me lleva a buscar un libro adecuado para
jóvenes y la segunda, permitió que los almacenadores y servidores de Google me
presentan a este grandioso novelista brasileño José Mauro de Vasconcelos
(19201-1984), perteneciente a una familia que vivía en extrema pobreza,
aprendió a desarrollar la sensibilidad y respeto hacia los desprotegidos, temas que abordó en una
veintena de libros que le llevaron a ser reconocido como uno de los autores
brasileños más destacados del siglo XX.
Esta recomendación y reseña se centra en el libro “Mi planta de naranja lima” publicado
en 1986, reconocido como autobiografía que retrata la niñez precaria, pero al
mismo tiempo llena de aventuras y fantasías del autor.
Esta escrito con vocabulario sencillo, es una lectura
ágil y rápida, se divide en dos partes, 14 capítulos distribuidos en 94
páginas; novela dirigida al público infantil, sin embargo, tiene el potencial
de atrapar la atención de los lectores que se aventuren entre su lectura, sin
importar la edad.
El protagonista principal es un niño de cinco años, quien
tiene una sagacidad e inteligencia muy sobresaliente para su edad; sus padres,
abrumados por los problemas económicos, no tienen la capacidad de entenderlo y
sus travesuras eran con frecuencia castigadas, utilizando golpes, violencia
verbal y física que lo dejaban en cama por varios días, además de lastimar su
autoestima, al decirle que el diablo habitaba en si interior
A través de su historia, se aprende a reconocer esa
visión, creatividad e imaginación del infante, capaz de hacer maravillas con el
pensamiento; un niño que se desprende del egocentrismo y antepone las
necesidades y fantasías de su familia antes que las suyas; que encuentra en su
tío jubilado a su primer maestro, ya que era quien respondía las preguntas
inquisidoras para conocer y comprender el mundo que le rodeaba.
Cada personaje es único y especial, su personificación es
parte importante de la trama; los hay protectores y tiranos, ambos encontrados principalmente
en el entorno familiar; otros, en el contexto inmediato, como su maestra y el
inolvidable señor portugués, quien fue capaz de escucharlo, comprenderlo y
amarlo como si fuera su propio hijo.
Hay canto, poesía, música en las palabras, sueños y la
increíble capacidad del niño del habla interna; él decía que había un pajarito
que habitaba en su interior y era el que le daba voces a los objetos y cosas a
su alrededor, como con su árbol de naranja- lima, con la que podía entablar
largas conversaciones, sintiendo su protección, consejo y abrigo.
Nos presenta a una madre ausente, absorta en el trabajo
de fábrica, mismo que acapara su tiempo, fuerzas y existencia, ya que ella es
proveedora del hogar y cuando regresa a casa, está demasiado cansada para
interactuar con su niño. A un padre sin empleo, lleno de rencor y coraje contra
las circunstancias que le presenta el mundo, y responde a goles, ante las
travesuras inocentes de su hijo, como medida disciplinar.
Esta novela, lleva al lector a sumergirse en un
torbellino emocional, de la indignación al asombro, de las lágrimas a las risas,
del reconocimiento de la grandeza de un pequeño que pensó en acabar con su
existencia ante las adversidades encontradas; que sufre el duelo por la pérdida
de un ser querido y se abandona a la muerte; la luz del amor encendida en su
familia le vuelve a bañar su alma de esperanza.
Cierro con una de las frases: ―Matar no quiere decir que
uno tome el revólver y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va
dejando de querer. Y un buen día la persona muere.
Excelente... Como siempre sabes plasmar lo mejor de la escritura. Gracias Cuquis.
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