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domingo, 31 de marzo de 2019

Renuncio

¡Renuncio!
Maestra Cuquita Sandoval Olivas
Esta palabra previene del latín “Renuntiare” y significa desistir, abandonar.
Con este preámbulo aclaratorio inician  las presentes renuncias personales.
Renuncio:
 A sentirme  menos importante, hábil y capacitada, por el hecho de ser mujer.
 A la ignorancia; aunque reconozco que siempre seré neófita en múltiples saberes y conocimientos;  la lectura, investigación y discernimiento serán compañeros de vida.
 A la intolerancia; reconociendo que somos parte de esta aldea global y las diferencias son la unicidad fundamental  que nos caracteriza.
A la mediocridad; buscando la utopía y los sueños que se esconden tras el horizonte.
A la envidia y maldad; hurgando en los más profundo de mis ser, para rescatar los atributos de la bondad y  nobleza de sentimientos.
Al silencio; a quedarme callada ante los atropellos, injusticias, violencia y malos tratos  que sufre   la población más vulnerable.
A la pereza intelectual y física, que estanca en el conformismo.
A la pobreza espiritual;  vacío que sólo la fe puede llenar.
A lo superfluo; el no  sumergirme en el núcleo de las personas y  cosas,   y  quedarme sedienta y hambrienta   de la esencia primordial que emana de cada una de ellas.
A la irresponsabilidad de no cuidar mi planeta; de dañar con mis acciones el único hogar que poseemos.
Al desamor, al desánimo, a la desventura; comprometiéndome a llenar mis instantes de amor y de ternura.
A la  ociosidad;  a malgastar el tiempo y la energía; y el no disfrutar cada instante de vida.
A descuidar mi salud,  cuidar mi cuerpo  y pensamientos es fundamental para irradiar energía.
A  callar, el no expresar mis emociones y sentimientos no me hace más débil, sino más vulnerable.
A no abrazar  y  no decirle a las personas que las quiero.
A la codicia, disfrutando y compartiendo mis pertenencias,  sabiendo que nada de lo material podré llevármelo al entregar cuentas al creador.
A vivir apresurada, es necesario  aprender a danzar lentamente.
Al ruido y bullicio constante, es preciso saborear momentos de soledad y meditación para reencontrarme a mí misma. 
A  cargar problemas ajenos; cada quien es arquitecto de su propio destino.
A la indiferencia, ante el dolor ajeno.
Al estrés,  tensiones e incertidumbres; debo aprender a relajarme para tomar decisiones más acertadas.
A querer tener siempre la razón; ya que la percepción es relativa al punto de vista y experiencia personal
A querer controlar todo lo que gira a mí alrededor; aceptando lo que puedo cambiar y  tener la capacidad de reconocer la diferencia.
Al odio, la ira y la venganza, que ensombrecen el color de la vida y llenan el alma de resentimiento.
A los pensamientos negativos; buscando el arcoíris en medio de la lluvia.
Al apego emocional de los bienes materiales y aprender a soltar y dejar ir a las personas que amamos.
A la procrastinación, recordando que no se debe dejar para mañana lo que podamos hacer hoy.
A los prejuicios, darme la oportunidad de conocer a las personas antes de emitir juicios.
A  buscar culpables, para tratar de justificarme.

Como seres perfectibles siempre podremos estar en constante renovación de nuestro ser y actuar. Y tú, ¿a qué renuncias?





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