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domingo, 30 de marzo de 2025

"Todo en familia"


Imagen tomada de la red

    La televisión, al igual que otros medios de comunicación, presenta cambios y avances a pasos agigantados. La dirección, producción, programación y plataformas buscan incesantemente contenido que atrape al público, con el fin de conectar con audiencias de distintas edades, gustos y preferencias. Para ello, ofrecen una amplia gama de géneros que van desde el romanticismo, la ficción, la ciencia ficción, lo distópico, la biografía, documentales, entre otros.

    Netflix, uno de los gigantes del streaming, ha revolucionado la forma en que consumimos el entretenimiento. Esta plataforma, creada por Reed Hastings y Marc Randolph en 1997, toma su nombre de la combinación de “Net” (red de internet) y “Flix” (forma coloquial de decir películas en inglés). Menciono esta breve semblanza porque es precisamente en Netflix donde se encuentra disponible la serie “Todo en familia” (Parenthood), una producción que tengo a bien reseñar y calificar con cinco estrellas.

La serie se estrenó en 2010 y concluyó en 2015. Está ambientada en Berkeley, California, y cuenta con seis temporadas y un total de 103 episodios. Su creador es Jason Katims, quien ya había cosechado éxito con producciones como Friday Night Lights.

    Lo que más me atrapa de esta serie es su capacidad para retratar, con gran realismo y sensibilidad, la cotidianidad de una familia clásica de Estados Unidos. A través de los personajes principales: los Braverman, asistimos a las dinámicas familiares en las que conviven padres, hijos, hermanos, parejas y primos, enfrentando juntos las dificultades diarias.

    Uno de los aspectos más conmovedores de la serie es la historia de Max Braverman, un niño de nueve años diagnosticado con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), específicamente con síndrome de Asperger. Su diagnóstico, lejos de ser un simple argumento, se convierte en un pilar narrativo que impulsa a la familia a un proceso de aprendizaje, aceptación y adaptación, no exenta de las preocupaciones, dolor y resistencia.

    La serie expone con gran sensibilidad la travesía emocional de los padres, quienes deben informarse, educarse y, sobre todo, desarrollar una empatía inquebrantable para ofrecerle a su hijo las herramientas necesarias que le permitan desenvolverse y encajar mejor en la sociedad. Además, refleja la importancia del diálogo, la búsqueda de ayuda externa y el incondicional apoyo familiar, elementos cruciales para afrontar los desafíos que implica esta condición.

Otro punto fuerte de la serie es la caracterización de los cuatro hermanos Braverman, quienes, a pesar de sus diferencias, mantienen un vínculo estrecho. Cada uno enfrenta sus propias batallas: desde su desempeño en el empleo y la estabilidad profesional hasta la complejidad de las relaciones de pareja.

    Un personaje clave es Adam Braverman, el hermano mayor, quien funge como un pilar para toda la familia. Su rol de consejero y figura de apoyo es constante, ofreciendo escucha empática y activa tanto a sus hermanos como a sus padres, quienes, ya en el umbral de la tercera edad, enfrentan sus propios retos emocionales y físicos.

    La serie transmite poderosos mensajes sobre la importancia de los valores familiares: la unión, la empatía, la resiliencia y la lealtad. Aunque la historia no evade las dificultades reales —como la enfermedad, la pérdida o las crisis emocionales—, resalta cómo el amor y la solidaridad son capaces de tender puentes incluso en los momentos más oscuros.

    Como en la vida misma, la serie muestra luces y sombras: lágrimas y risas, certezas y dudas. Sin embargo, el tejido familiar que une a los Braverman está conformado por eslabones tan sólidos que ni las crisis más intensas logran romperlos.

    “Todo en familia” no es solo una serie de drama familiar, sino un espejo de la vida cotidiana, donde los valores universales se visten de gala y acuden al banquete del amor familiar, donde florecen los antagónicos como en la vida misma, hay luces y sombras, lágrimas y risas, confianzas y dudas. 

    Sin embargo, el tejido familiar, tiende eslabones entre sus integrantes, que no hay disruptores capaces de romperlos. Con interpretaciones emotivas, guiones genuinos y una dirección impecable, esta producción logra conmover, inspirar y dejar una huella imborrable en el corazón de quienes la ven.

martes, 18 de marzo de 2025

Ecos de poesía. Encuentros de poetas parralenses









https://oem.com.mx/elsoldeparral/analisis/ecos-de-poesia-encuentro-de-poetas-parralenses-22209833

Ecos de Poesía: Encuentro de Poetas Parralenses

“La poesía es el arte de pintar con palabras”. 
Gustave Flauber

    ¿Qué es la poesía? ¿Quién es una mujer poeta? ¿Por qué escribir poesía? Estas son algunas de las interrogantes con las que la revista “Voces de Papel”, en su trigésima primera edición, abre este proyecto de homenaje a las poetas parralenses. Se trata de un reconocimiento a su trayectoria literaria, expresado en una manifestación de sororidad a través de las letras de otras mujeres oriundas de nuestra localidad, quienes han encontrado en la escritura un nicho para expandir sus horizontes de expresión y comunicación.

    El 15 de mayo del año en curso, en la Sala Carlos Montemayor, se llevó a cabo este emotivo encuentro. La dirección general del evento estuvo a cargo de Ismael Solano; la coordinación general de contenido fue de Victoria Montemayor Galicia; la coordinación general, de Ana Victoria Ramírez Mendoza; la coordinación regional, de Edgar Rodríguez Díaz; y la edición especial estuvo bajo mi responsabilidad.

    Se contó con la magistral participación de la artista visual local Jennifer Arroyo, quien creó una imagen representativa para cada uno de los poemas publicados, así como la portada de la edición. Su arte estableció una interdependencia entre poesía y plástica, enriqueciendo la experiencia sensorial del lector y ofreciéndole nuevas perspectivas de interpretación, además de un deleite estético invaluable.

El evento contó con la distinguida participación de escritoras locales como Mirna Lorena Morales Valles, Noemí Gallegos, Mayela Ropele Maul, María Guadalupe González Ávila, Ana Bertha Pérez Ramírez y Martha Julieta Vargas Valdez.

Entre las poetas homenajeadas destacaron figuras como Margarita Etchechury Gutiérrez, Carmen Julia Holguín Chaparro, Susana Flores de las Cuevas, Dinorah Gutiérrez Andana, Victoria Montemayor Galicia, Fátima Chong y Cuquis Sandoval Olivas.

    La conducción del evento estuvo en manos de la maestra Astrid Tarín Barrón, cuya voz engalanó cada momento, mientras que el talento musical del saxofonista ballezano Rafael Villalobos aportó un matiz de armonía y sensibilidad al encuentro.

    El público ovacionó cada una de las lecturas, en las que la poesía brilló con luz propia. Las palabras flotaron en el aire como un universo de imágenes, símbolos y recursos literarios, brindando estética, belleza y aliento a cada verso impregnado de murmullos. Porque una mujer que escribe poesía es guardiana de la belleza, tejedora de sueños, bordadora de versos de esperanza y eterna peregrina del alma humana.

    Es una arquitecta que construye puentes entre lo tangible y lo invisible, una voz que otorga alas a las palabras para que vuelen y resuenen en otros espacios. Cada poema firmado es un pacto con lo infinito, un desafío al tiempo y al olvido. En cada verso y en cada estrofa, la poeta deposita un fragmento de eternidad, tejido en el aire con los hilos de la emoción y adornado con los matices del ritmo y la armonía.

    Para una poeta, el punto final no existe. Cada vez que culmina un poema, otros surgen en su mente, porque todo lo que nos rodea puede transformarse en poesía, ya sea en su versión clásica, en poema blanco o en verso libre. Es un ejercicio constante de expresión de emociones y sentimientos, una manera de vestir las palabras de gala y asistir con ellas a un festín literario preparado en su honor.
    
    El poema es fuego, porque abriga, ilumina y transforma; es agua, elemento esencial de la vida; es viento, que se resiste al olvido; es universo expandido, latido convertido en verbo y sustantivo. Es tempestad que fluye entre ritmos y silencios, eco del alma y de la introspección. Es la esencia misma del ser y el estar, del hacer y el escribir, convirtiendo ideas en melodías rítmicas que alcanzan al lector o al escucha, abriendo canales de comunicación.

    La mujer que escribe es raíz que se expande, sostén y fortaleza del árbol de la poesía. Es color y belleza en cada poema, sombra y cobijo para quien lo recibe. Porque la poesía es, en sí misma, una casa de puertas abiertas, un refugio de palabras donde el alma halla su propia voz.

domingo, 9 de marzo de 2025

Desigualdad social. Págs. 80, 81


Profesionales de excelencia





Dentro de nuestra sala de lectura “Leyendo y Reconstruyendo”, hemos abordado algunos libros cuya temática gira en torno a la medicina, tales como “Domina”, de Bárbara Wood, y “El médico”, de Noah Gordon.


    El primero narra la historia de una niña que, desde muy pequeña, centró su atención en el dolor físico y quiso aprender cómo aliviarlo. Sin embargo, se encuentra con los obstáculos propios de la época, en la que las mujeres no podían ingresar a la universidad ni mucho menos acceder a la carrera de medicina, considerada exclusiva para varones.


    El segundo libro relata la vida de un niño que presencia el sufrimiento y posterior fallecimiento de su madre a causa de un dolor de costado (posteriormente identificado como apendicitis). A partir de este hecho, inicia su aprendizaje en remedios curativos y emprende un largo peregrinaje para estudiar medicina, enfrentando numerosas barreras, como las limitaciones del avance científico, los dogmas religiosos y los fanatismos de la época. A pesar de los retos, logra descubrir la causa de muerte relacionada con la infección provocada por la inflamación y ruptura del apéndice, dando un paso crucial en el conocimiento médico.


    Ambos textos nos permitieron vislumbrar, aunque de manera somera, el avance y desarrollo de la ciencia médica, la fragilidad de la salud, la incansable búsqueda de la sanación del cuerpo y, sobre todo, la entrega, profesionalismo y dedicación de quienes ejercen esta noble carrera con amor y vocación de servicio. Además, abrieron una reflexión sobre los sistemas de salud actuales, evidenciando tanto sus carencias como sus logros. La escasez de especialistas y medicamentos, la sobrecarga de trabajo en los hospitales y el gran número de pacientes que cada médico debe atender por turno afectan la calidad de la atención médica, repercutiendo tanto en la salud física como en el bienestar emocional de los pacientes.


    Sin embargo, es importante no solo señalar estas áreas de oportunidad, sino también reconocer las fortalezas que encontramos en nuestro sistema de salud. A pesar de las dificultades, hay profesionales con una gran calidad humana, que diagnostican, acompañan y guían a sus pacientes con empatía y valores.


    Me permito citar el nombre de la doctora familiar Jocabed Ávila, un ángel  que aun sin portar su  bata blanca y sin tener un título de especialidad en endocrinología o medicina interna, posee  un corazón inmenso y una vocación de servicio ejemplar.


    En el ayer, ella era la adolescente sentada en un pupitre, escuchando atenta las indicaciones de su maestra; hoy, la vida nos ha reencontrado, ella como profesionista y yo como docente jubilada, enfrentando los síntomas y el deterioro propio de la edad. La doctora se toma el tiempo de escuchar, dialogar y conocer los miedos, dudas e incertidumbres de sus pacientes. Su forma de explicar las posibles causas y consecuencias de una enfermedad facilita la comprensión de los procesos de salud y los pasos necesarios para la recuperación. Esta atención personalizada transforma la relación médico-paciente en un proceso de acompañamiento genuino, donde la confianza y la orientación adecuada juegan un papel crucial en el camino hacia la sanación.


    La falta de salud coloca a la persona en un estado de fragilidad y vulnerabilidad, como un pozo vacío que requiere una fuente inagotable de atención, comprensión y acompañamiento. Por ello, es fundamental valorar y reconocer a quienes, con su entrega y profesionalismo, marcan una diferencia en la vida de sus pacientes, recordándonos que la medicina no solo trata cuerpos, sino también almas.


    Cierro con la cita de Juan Francisco Borreguero: "No existen fronteras para el médico: su pasaporte es universal, carece de caducidad y tiene una sola nacionalidad: la Humanidad”.

viernes, 7 de marzo de 2025