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viernes, 19 de enero de 2024

Los recuerdos del porvenir



“Estoy y estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mi se tenga”

Sin duda alguna, es un título muy sugerente que da cuenta de la fusión del pasado con el futuro. Texto de la autoría de la escritora mexicana  Elena Garro, concluido en 1958 y publicado en 1963,  novela biográfica que la hizo  acreedora  al premio Xavier Villaurrutia, no solo por la riqueza de su narrativa, sino por el contenido histórico  que aborda la época posrevolucionaria de México, aportando datos muy significativos del inicio y desarrollo de la guerra cristera que inicia en 1926 bajo el mandato presidencial de Plutarco Elías Calles y vuelve a resurgir a mediados de los años treinta, cuando estaba en auge la revolución socialista con el entonces presidente General Lázaro Cárdenas.  Sus letras dan cuenta de la terrible masacre contra los indios (los desposeídos) fundamentada en las leyes emanadas del poder político. 

    Elena Garro nace en Puebla de Zaragoza en 1916 y fallece en 1998 en Cuernavaca. Ella gozó de una niñez plácida y feliz en el pueblo de Iguala, ahí cultivó su afición por la literatura universal y el amor por el teatro, acrecentando su conocimiento por medio de la lectura, el juego y la imaginación. Posteriormente, se traslada a la ciudad de México para continuar sus estudios, cursando una licenciatura en letras y un doctorado en comunicación. Fue en su adolescencia cuando se enamora del escritor mexicano Octavio Paz, de cuya unión nace una hija. Por veinte años, su carrera literaria se vio sometida a un cinturón de silencio y represión impuesta por su marido, no así su producción. Él le permite incursionar en el mundo del periodismo durante los años cuarenta y es hasta 1957 que se da a conocer como dramaturga, escribiendo además una vasta producción de poesía, ensayos, cuentos y su novela cumbre, “Los recuerdos del porvenir”.

    Esta obra nace cuando la pareja vivía en París, para ese tiempo ya se había extinguido la flama del amor, siendo ahí donde se enamora de un escritor argentino, queda embarazada y tiene un aborto; aún seguía casada con Octavio Paz y al saberse abandonada por su amante sufre una gran depresión y decide empezar esa obra, que la remite a un pasado más feliz. 

    El nombre de su pueblo es cambiado por Ixtepec, ficticio y no, porque estaba en sus memorias. Este poblado se convierte en narrador omnisciente, quien todo lo ve, sabe y conoce. Tan pronto aparece como una primera persona (yo), o como un nosotros genérico, dando voz al colectivo de la comunidad. Entre los personajes principales, se encuentra el alter ego de la autora, se retrata en Julia, en Isabel y en Francisco Rosas. 

    Hay un juego circular en el tiempo, que va y viene, tiene personajes con características muy hiperbólicos, las connotaciones con la naturaleza, las descripciones de los lugares, con una cadencia de prosa que permite vivir, recorrer y reconocer a cada situación y personaje descrito. 

    Se visualiza el poder predominante del político, de los abusos y atropellos contra el pueblo, de las clases sociales, de la figura desdibujada de la mujer, del racismo preponderante, violencia, traición y especialmente, el yugo de los militares; la vida se estanca en el pueblo y sus calles, no hay crecimiento ni desarrollo, solo muerte y la furia del poder ejercido contra la población.

    Los invito a dar lectura a esta magna obra, concluyendo con una de sus frases:

“¿De dónde llegan las fechas y a dónde van? Viajan un año entero y con la precisión de una saeta se clavan en el día señalado, nos muestran un pasado, un presente en el espacio, nos deslumbran y se apagan”.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas



 

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