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sábado, 17 de junio de 2023

Día del padre


https://www.elsoldeparral.com.mx/analisis/espejos-de-vida-dia-del-padre-10226437.htm

Día del padre

    Hay dos figuras centrales y emblemáticas en la vida de cada individuo, estas son las del padre y la madre; ambos son dadores de vida y conforman el núcleo inmediato y principal que el ser humano necesita en su formación y desarrollo. 
    Hoy dedico este escrito, para el padre; no para el depositario de genética, sí, para ese hombre que ha sido pilar y cimiento en el hogar, porque ha arrullado en su pecho, el frágil cuerpo de su hijo, tomándole en sus brazos y pasando las noches en vela cuando la enfermedad hizo  presa de ese pequeño indefenso;  un padre que haya mirado a los ojos, aprendiendo a sonreír ante cada nueva mirada y balbuceo, a maravillarse ante sus logros, ayudando a dar sus primeros pasos, mostrando que el camino de la vida, presenta obstáculos, dificultades, caídas y tropiezos, pero que siempre, uno debe levantarse para empezar una nueva travesía. 
    Ese padre que enseñó la magia del columpio, que se postró sobre sus rodillas y manos, para que su espalda sirviera de juego y transporte; quien diseñó juguetes especiales con cualquier artefacto, enseñando a crear, imaginar y soñar; además de que, con sus palabras y acciones, llevó a su hijo, a moldear su figura como la de un héroe.
    Un papá capaz de mostrar la ternura del amor, y al mismo tiempo, la fuerza, el carácter y templanza para marcar límites y reglas. 
    Estoy consciente de que no existe la perfección en el ser humano, somos seres que aprendemos con base a ensayo y error y desafortunadamente, muchas veces crecemos y maduramos a la par con los hijos, causando heridas lacerantes que formarán parte de su existencia. Sin embargo, sírvanse de estas someras reflexiones, porque hay también padres ausentes aun y cuando estén presentes físicamente; ya sea por pasar gran parte de su tiempo en el trabajo, con amigos o distracciones propias, o simplemente, por no involucrarse en la cotidianidad del hogar.  Hay otros, en que la distancia es una barrera, que buscan subsanar con el apoyo monetario, la llamada oportuna y constante, la visita ocasional, el abrazo y arropo incondicional y, sobre todo, capaces de pronunciar esas palabras tan ansiadas que todo hijo desea escuchar. 
    Existen otros padres que inconscientemente lastiman con su proceder, con sus palabras, con su frialdad, quizá porque esa fue la enseñanza que tuvieron en su hogar.
    No es el motivo de este escrito, describir las diferentes personalidades de cada padre, sino el llegar a la conciencia de quien tiene la fortuna de tener hijos y de los hijos que aún tienen a su padre; que aprendamos a decir “te quiero”, a abrazar, tomar su mano y hacer sentir el calor de nuestra presencia; seguramente hubo agravios y errores en el pasado, pero no somos jueces para dictar sentencias y condenas. 
    En mi caso, carezco de esta figura paterna desde que era una niña, aprendí a ocultar mis lágrimas y sentimientos cuando veía a otras compañeritas llegar de la mano de papá; yo debía conformarme con visitar su tumba, llevar flores y tratar de pintar de colores los pocos recuerdos difusos y desdibujados que quedaban almacenados en mi memoria. Él no pudo ser partícipe de mis logros escolares, ni caminó a mi lado cuando cumplí mis quince primaveras, tampoco cuando llegué al altar para contraer matrimonio o para tomar en sus brazos a sus nietos. Su ausencia ha sido una constante que nada ni nadie puede llenar.
    La vida me ha permitido gozar distintos roles y estos, a su vez, poder observar de cerca el impacto y necesidad de un padre. Los invito a disfrutar esta celebración, no con la carne asada tradicional y festejos rodeados de amigos, sino gozando de la cercanía y amor de hijos y progenitores; que haya abrazos, reconciliaciones, promesas y un sinfín de bendiciones.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas   

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