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Hermanos
De acuerdo a la etimología, hermandad, representan los lazos
de sangre, parentesco directo por ambos padres o solo uno; sin embargo, estos
conceptos suelen utilizarse en distintos escenarios con significados disímbolos,
por ejemplo, con relación a los nexos de unión y fraternidad que se van
tejiendo en diversos grupos, ya sean religiosos, políticos, sociales o
comunitarios que comparten metas, objetivos y sueños en común.
En esta ocasión, hago referencia al significado personal
que he ido construyendo a lo largo de mi existencia. No existe la necesidad de
usar un diccionario, ni acudir a lecciones o explicaciones al respecto; basta
con hurgar en lo recóndito de los recuerdos e ir permitiendo que emerjan a la
superficie, ataviados con ese halo distintivo y condimentados con el aroma del hogar; ahí,
se compartió techo, alimento y educación familiar, esa que no necesita libros
ni palabras, solo acciones cotidianas que, aun careciendo de explicación lógica
y escrutinio de razón, nacen, crecen, se experimentan, fluyen por los poros y
se traducen en miradas, gestos y acciones que dicen más que las palabras y se
convierten en plataforma de desarrollo del carácter y personalidad de quien las
experimenta.
Un hermano es esa persona que crece al lado, con quien se
comparten secretos, aventuras, ilusiones y también dolores y desengaños; es el
hombro en el que se puede recargar y aligerar las penas, angustias, miedos; es el
oído confidente que escucha con empatía buscando retroalimentar con la palabra
justa y el consejo preciso; el abrazo que abre el ángulo perfecto y necesario
para recibir y confortar, cerrando con las manos sobre la espalda, con la
aprensión suficiente para infundir
confianza y seguridad, trasmitiendo calor, energía y fuerza, además de
sincronizar con los latidos del corazón.
Es la persona que trabaja por el bienestar común, dejando
a un lado la individualidad y egocentrismo, con quien se comparten fragmentos
de vida entremezclados con lágrimas y risas, sazonados con el perfume de
historias generacionales que brotaron de los labios de la abuela y de mamá, y
que hoy, se reconocen como raíces que siguen dando sustento y savia al árbol de
la vida.
Los hermanos son regalos que llegan en el momento y
cantidad precisa, los hay mayores y menores, todos y cada uno contribuyen con
su aportación; son generadores de protección mutua, de complicidad y despliegue
de valores, que aportan a la calidad de vida personal, familiar y comunitaria.
Mis hermanos son arte, traducidos a imágenes que un
pintor puede plasmar en el más bello lienzo y arcoíris de color; son poesía,
versos inconclusos que escribimos en conjunto cada día; son la melodía, que
busca incansable el ritmo y armonía; son historia, producto de lazos
generacionales que han aportado para escribir y reconstruir el libro de nuestra
vida; son sueños, esperanzas compartidas, ideales esparcidos en el horizonte en
búsqueda de la utopía. Son ramas del mismo árbol que se expanden con alegría y
aun en tiempos adversos, vuelven a florecer esparciendo su semilla.
Ellos son cimientos, fortaleza, puertos seguros donde se
puede anclar y descansar cuando la tempestad y nubes negras asechan nuestro
caminar; se representan por el sol y la luna que a veces brillan con
intensidad, otras, esconden su presencia, pero están presentes en el transitar;
son guías, mano firme, sonrisa que alienta y cautiva; representan ese cordón umbilical
que no se corta con el nacimiento, sino que sigue uniendo y alimentando sin
cesar.
Gracias por y a mis hermanos, todos y cada uno son parte
inherente de mi personalidad; son música sonora, alegría y amor, agradecida por
su presencia hasta la eternidad.
Cada vez que te leo me retrata. Y finalmente no es esa la tarea de un escritor? Que tus vivencias sean las mías que lo tuyo lo vea como propio. Una vez más felicidades por saber plasmar la vida tal y como es.
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