En la medida que nos aproximamos a conocer a las personas
y las cosas que nos rodean, nos quedamos maravillados de lo extraordinario que
pueden llegar a ser. Conocer implica tener nociones del sujeto u objeto por
conocer. De tal manera, que decido
compartir con todos los lectores el conocimiento y aprecio que profeso por una
persona de la comunidad con quien además hay lazos de parentesco.
Josefina García Sandoval, mejor conocida como “Coty”, vino
al mundo el 6 de febrero de 1937, cobijada por el hermoso cielo de Balleza,
Chihuahua. Los primeros diez años de su vida los pasó en esa cabecera
municipal, conservando recuerdos gloriosos de su niñez, ya que tiene la fortuna
de contar con una memoria prodigiosa, que le permite narrar eventos del ayer
con una nitidez y claridad como si acabaran de acontecer. Sus maestras de 1º,
2º y 3º de primaria: Panchita Sotelo Olivas, Emita Leal y la señorita Rebeca
Medina. Narra que en esos tiempos no había libros de texto, solo cuadernos
simples u hojas de papel manila donde se tomaban apuntes. La maestra Panchita
gustaba de empezar sus clases entonando al unísono con su grupo alguna canción
de moda, como la de “Cartas marcadas”, mostrando predilección por el entonces
alumno: Ernesto Olivas Lozano, ya que poseía una voz rítmica y entonada al
cantar.
De la maestra Rebeca Medina, recuerda los versos de algunos
de los poemas que les enseñó y que declamaban en las distintas celebraciones:
“Maestra de mis amores/ en este día que es tu día/con la mayor alegría/ te
ofrezco estas bellas flores/ que con ellas corrobores/ mi amor que es muy
sincero/ porque tierna yo te quiero/ con un amor tan profundo/ que de todas las
del mundo/ tú serás siempre primero/…
Su familia se muda a la ciudad de Parral antes de concluir
su tercer grado e ingresa a la Escuela Primaria 100, que estaba atrás del cine
Alcázar, la dirección estaba a cargo de la profesora Eva Valles de Delgado. Los
últimos tres grados escolares los cursó en el Instituto Parralense, recordando
con mucho cariño los nombres y principales aventuras y travesuras que vivió en
esos años. En cuarto, su mentora fue la profesora Bertha Tinoco, quien
ejecutaba el piano magistralmente; en quinto, la maestra Josefina Baca y en
sexto, la Profra. Elvira Hernández.
En 1950 hizo el curso comercial en la escuela Justo Sierra,
adquiriendo el título de Contadora Privada, además de las herramientas
fundamentales para desempeñarse en algunos trabajos:
Laboró con el señor Héctor Arras que vendía seguros,
después incluyó las aspiradoras y finalmente se convirtió en una inmensa tienda
de regalos, donde ella era la encargada de hacer limpieza, atender a la
clientela y llevar la contabilidad propia del negocio.
Contrae matrimonio y procrea tres hijos; inquieta e
innovadora por naturaleza, empieza a dedicarse al arreglo de salones y espacios
para eventos sociales, decoró el Salón Grand Radiant para su inauguración, y
otras muchas celebraciones, atendiendo con esmero y dedicación este noble
trabajo, aunado a su carácter afable, siempre con una sonrisa en sus labios, con
una broma o chascarrillo adecuado al
momento, con leyendas e historias que hacen la delicia de todos los que tenemos
la fortuna de conocerle.
Posteriormente se divorcia, sus hijos emigran fuera del
país, luego queda viuda, vence un cáncer de tiroides, pero ninguna
circunstancia le ha doblegado. Ella sigue brillando en todos los espacios que
frecuenta, es una chispa de luz y alegría y un gran ejemplo de vida.
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