La
rebelión de las ratas
Fernando Soto Aparicio (1933-2016), escritor boyacense,
con 74 libros impresos, quien trabajó por más de 30 años en televisión y
escribió más de 5000 libretos, además de cientos de artículos sobre periodismo
especulativo. Poseía un archivo mental infinito sobre historias y personajes
que fueron rescatados en sus protagonistas; se reconoció como lector, antes de
ser escritor, argumentando que la fuerza de sus obras residía principalmente en
su dedicación, entrega y disciplina, así como la investigación sistemática de
los temas abordados en sus distintos géneros literarios.
Una de sus múltiples cualidades es que era autodidacta,
solo cursó hasta quinto grado de primaria, pero desde pequeño se formó el
hábito de la lectura, aprendió francés para leer la publicación original de
Victor Hugo “Los miserables”, haciendo constar que es uno de sus textos
favoritos.
Este texto hace referencia al libro “La rebelión de las ratas”, novela escrita en 1962, y con la cual
se consagra como uno de los mejores escritores colombianos; cuenta en sus
memorias que, para escribirlo, debió emplearse como minero por dos semanas,
para conocer de viva voz y en carne propia el sentir de los obreros y las
condiciones de trabajo imperante en las entrañas de la tierra, a sabiendas que
estas han cambiado con el tiempo, debido precisamente a la insurrección surgida
por la explotación de la industria extranjera, cuando se carecía de la figura
del sindicato y los distintos mandos de poder, se encargaban de exprimir la
fuerza de sus mineros, sometiéndolos a largas jornadas de trabajo en
condiciones infrahumanas, por un mísero salario que apenas les permitía
sobrevivir junto con sus familias, obligados por el hambre a delinquir,
prostituirse y sentir pisoteada su dignidad humana. Muestra la diferencia abismal de calidad de
vida en las distintas clases sociales, desde vivir en un basurero a las grandes
mansiones ocupadas por los explotadores.
Cada página es una crítica social, que retrata la
miseria: “días sin pan, sin calor, ni esperanza”, donde hasta el mismo polvo se
burlaba de la angustia y ansiedad de los oprimidos. Describe magistralmente a
cada uno de los personajes, desde el infante, el púbero, la adolescente que
está despertando a las pasiones carnales, la mujer sumisa, abnegada, que sufre
en silencio y otra imagen femenina que representa la tentación aún en medio del
hambre y la opresión de su humanidad.
Las figuras de autoridad se visualizan con un poder que
se vende al más fuerte, pisoteando al débil. Hasta que el oprimido llega a la
cúspide de soportar la injusticia, y las emociones del dolor y cólera, se pone
de manifiesto, donde la unión del infortunio es más fuerte que el miedo y llega
el momento que sin temor a la muerte se enfrentan a los opresores.
Esta novela pone de manifiesto algunas de las debilidades
humanas, como dejar en el bar o apostar a las peleas de gallos, el dinero que
su familia necesitaba para subsistir, así como los pensamientos de infidelidad
y deseo carnal. Su escritura gira en torno a conflictos e injusticia social y
la lectura de sus obras es un referente obligado en la educación básica de
Colombia.
Invito a incursionar en esta magnífica obra, relatada con
un lenguaje sencillo, descriptivo y metafórico; permite reconocer aspectos
históricos vividos en otro país, pero que tienen referente con otros países y
ciudades mineras, así como la importancia de la conformación de los sindicatos
para proteger al asalariado.
Un gusto conocerte, Cuquis. Te vi ayer en el conversatorio sobre Fernando Soto Aparicio, te felicito por tu intervención.
ResponderEliminarLuego de verte y oírte decidí contactarte por le Facebook, gracias por la amistad.
Un abrazo.