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viernes, 4 de diciembre de 2020

Homenaje a Manuel Quiñonez Reyna

                    Hoy como ayer, agradezco la oportunidad de un nuevo día.
El Sol de Parral
Homenaje póstumo 
    Cada evento en la vida de una persona va conformando su propia identidad histórica y al entretejerse en el tejido social de la comunidad, va dando forma al contexto en que se desarrolla. El ciclo natural de la vida presenta distintos itinerarios del viaje por esta, así como el destino final a que hemos de arribar como seres finitos. Algunos adquirimos un boleto con más estancia en el plano terrenal, para otros se termina de manera abrupta, por enfermedad, accidente o distintas manifestaciones que llevan a exhalar el último suspiro; un hecho inevitable, es la angustia generada por el apego con las personas que amamos, el desprendimiento del cuerpo físico que habitamos y el vacío de su presencia. 
     Es un viaje que a medida que se avanza, se reconoce lo efímero del tiempo y lo corto del trayecto. El descenso de algún pasajero, permite reflexionar sobre el valor que damos a quienes nos acompañan y los momentos pasados a su lado; de las muchas palabras que quedaron sin pronunciar, de los abrazos y besos que faltaron dar y nos invita a reconstruir nuestro ser y hacer desde el plano interior, para lograr que esa luz de armonía y energía se proyecte hacia nuestro alrededor. La situación actual que vivimos a nivel mundial, presenta una línea equidistante que nos ha acercado más que nunca a esta realidad, a la vez que nos ha alejado de las personas que amamos. 
     Vayan estas letras para manifestar el dolor, desconsuelo y angustia que recientemente vivimos como familia al perder uno de nuestros integrantes; todos somos importantes dentro del ámbito en que nos desenvolvemos, pero este rasgo se hace esencial y deja un hueco imposible de llenar en el núcleo familiar primario. 
     Manuel Quiñonez Reyna, distinguido y reconocido profesionista dentro de la rama de odontología, brindó servicio con calidad y calidez por muchos años a la comunidad en general, gozando de un alto prestigio por el trato humanitario y la convivencia generada con sus pacientes. Así mismo, fue un buscador incesante de la excelencia, siempre en constante actualización y preparación, brindando la confianza y seguridad a quienes eran atendidos en su consulta. 
    Amante del deporte, practicó el futbol, basquetbol y apoyó a todos los equipos que buscaron su patrocinio y respaldo económico. Su muerte ha generado un coro de lamentos, niños, jóvenes y adultos hacen patente la generosidad que le caracterizaba al apoyarles con los diversos gastos derivados que vienen implícitos con el desarrollo de la habilidad deportiva y el trabajo en equipo 
    Como esposo fue cabeza de hogar, proveedor en todos los sentidos que una compañera de vida necesita; como padre, trabajó y proporcionó a su familia tiempo, amor, atención y cuidados, dejando en ellos la semilla de la fe, los valores universales para desenvolverse en un mundo lleno de conflictos, la resiliencia y fortaleza para sobrellevar los embates de la vida, enseñando y predicando con el ejemplo, uniendo palabra, acción y pensamiento a sus hechos. 
     Dador por excelencia, su recuerdo prevalecerá en la memoria de quienes tuvimos la suerte de conocerle y convivir de cerca. En su rol de amigo y parte de la familia, fue soporte de apoyo en consejo, guía, floreciendo el respeto y la actitud bromista que le caracterizaba. 
     Vaya este sencillo homenaje a su recuerdo, como un agradecimiento por lo mucho que recibimos de su parte; por esa adopción que hizo de sus suegros como padres, al amarles, y brindarles su manto protector.
     Finalmente, deseo que estas sencillas palabras lleguen y conforten a su familia, viajen por el universo hasta arribar a su alma en reposo, para hacerle saber lo mucho que duele su ausencia y lo importante que fue en nuestras vidas.

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