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martes, 21 de noviembre de 2023

Zapatero a tus zapatos




                                                                 Foto tomada de la red



Es uno de los muchos refranes que aluden a este noble oficio que se encuentra ya casi en peligro de extinción, debido principalmente, a la globalización y avance vertiginoso de la humanidad en todos los sentidos, como la cultura consumista que impera  de “úsese y tírese”, la facilidad de encontrar calzado más barato, incluso, hay infinidad de comerciantes informales que se dedican a su venta, ya sea traído del vecino país del norte o  los que las personas dejan en buen estado y aún están en condiciones de uso. La adicción a tener muchos pares de zapatos se presenta generalmente en las mujeres, cambiando de calzado como símbolo de status o vanguardia de la moda; incluso hay un nombre designado para esta patología: “Oniomanía”. Respecto al consumismo exacerbado el sociólogo Bauman (2007) dice: 

  La felicidad no está determinada por la gratificación de     los deseos ni por la apropiación y el control que           aseguren confort, sino más bien por un aumento permanente    en  el volumen y la intensidad de los deseos, lo que a su    vez produce una fila cada vez más interminable de            productos   creados para el desecho y la sustitución.

    La necesidad básica de abrigo y protección ha sido primordial e imperante en la humanidad. Existen evidencias de algunas estatuas encontradas en México que el calzado se usó desde el año 5000 a.C. por parte de la civilización Olmeca. Desde ese tiempo, este oficio fue adquiriendo mayor relevancia y renombre, siendo los saberes, generalmente transmitidos de generación en generación. Entre las principales características que un zapatero debe poseer se encuentra su habilidad artesanal para trabajar el cuero, cortar, coser, pegar y restaurar, tener conocimiento de los materiales a utilizar, que sepa adaptar el calzado a las necesidades de sus clientes, atención al detalle, habilidad para solucionar problemas y por supuesto, mostrar compromiso y pasión por lo que hace. 
    
    Recientemente, acudimos a bolear los zapatos en la plaza principal de la localidad, ahí preguntamos por algún taller que se dedicara a la reparación de estos, nos remitieron a “Reparación de calzado Don Lencho”, ubicada en la calle Juan Rangel de Biezma No. 16, ahí fuimos atendidos con prontitud, por una mujer muy bella, quien rápidamente examinó el calzado, emitió un diagnóstico, fecha de entrega y costo final por su trabajo. 
    En ese momento me percaté de la limpieza y orden imperante en el taller, claro que también emanaba ese aroma inconfundible del cuero, grasas y otros materiales que utilizan, pero a pesar de ser un espacio pequeño, es sumamente acogedor. No pude evitar hacer la pregunta que rondaba por mi mente: ¿Es usted la zapatera?, ella asintió con una bonita sonrisa, mostrando el orgullo de desempeñar tan noble oficio, heredado por su padre, el señor Lorenzo Ruiz y que hoy en día, se ha convertido en su principal fuente de ingresos. 

    Vaya pues nuestro reconocimiento para Jessica Ruiz, primeramente por ser de las pocas mujeres que desempeñan este oficio y que además lo hace con sumo orgullo, dignidad y elegancia, por seguir poniendo en alto las enseñanzas de su progenitor, sirviendo a la comunidad y restaurando calzado, cinturones maletas o bolsas que requieren su atención; además, de que, entre las propiedades atribuidas al calzado, es que reflejan la personalidad de quien lo calza, satisface las necesidades de dar protección, confort y salud al cuerpo en general con una horma anatómica adecuada a los pies. 

    Cierro con esta cita anónima: “Profesión del zapatero, la nobleza es lo primero”.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas





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