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domingo, 13 de agosto de 2023

La magia de las palabras


                                                          Imagen tomada de la red


La magia de las palabras

Sentarse frente a una pantalla de computadora, con una hoja en blanco que espera silenciosa la caída precipitada de una cascada de ideas, pensamientos y emociones de quien es el emisor de un mensaje determinado, conlleva un alto sentido de responsabilidad. No se trata de escribir para llenar una hoja con determinados caracteres, sino estar en esa búsqueda constante de conceptos y significados conformados por vocales y consonantes, que tienen la magia de crear con múltiples combinaciones espacios infinitos donde las palabras, frases y mensajes conllevan el firme propósito de entablar un diálogo abierto entre los receptores que abran sus canales para ese fin.
    En ese intermedio, una y mil ideas circundan por la cabeza, las palabras danzan con frenesí en el pensamiento, se permiten crear mundos alternos pletóricos de fantasía e invenciones, hasta que el universo se va delimitando y se elige una temática en particular, la cual, en primera instancia, puede presentarse en conceptos aislados, frases sueltas, que, al volcarse en tinta, van adquiriendo forma, articulación, cohesión y coherencia.
    Esa y muchas otras virtudes presenta la magia de las palabras, pueden tejerse, atraparse en el aire, encerrarse en un diario, en un sobre, en una carta…tienen nexos, enlaces y categorías que les permite ir configurando el sentir de quien las expresa; hacen uso de recursos lingüísticos con fines estéticos, culturales y comunicativos, atrapan la esencia misma de las experiencias, conocimientos y dominio que se tiene sobre este arte; enriquecen las capacidades y potencialidades creativas, despiertan la imaginación, la invención, conforman nuevos mundos y espacios infinitos de fantasía y  realidad, donde se fusiona lo conocido con lo desconocido. 
    Las palabras cuentan historias, cuentos, leyendas, nos acercan a los hechos y contextos, nos permiten soñar, volar, conocer otros espacios, expandir la imaginación, organizar experiencias, convivir con la otredad, aprender y compartir. 
    No basta con conocer el alfabeto y sus posibles combinaciones, para escribir, hay que leer mucho, atender a las preguntas de qué, cómo, por qué y para quién hacerlo, y de esta manera, ir abriendo canales que tengan la posibilidad de trasmitir simbolismos, cultura, la atención de diversos géneros literarios, con la firme intención de focalizar la comunicación, informar o abrir el abanico de posibilidades que brinda el uso adecuado y oportuno del lenguaje. 
    En la medida que se van ejercitando esos malabares de palabras, se van adquiriendo habilidades y competencias comunicativas, ensanchando el universo cognitivo de quien las utiliza, así, como de quien las lee y las hace propias, porque en la medida que se va incursionando en nuevas lecturas, se van aprendiendo conceptos y palabras nuevas, mismas que al ser interiorizadas, van formando parte del ser, hacer, sentir y decir.  
    Hoy más que nunca estamos expuestos a un bombardeo constante de información, atendemos por medio de los sentidos a una multiplicidad de textos, imágenes y sonidos, debiendo ser sumamente selectivos para elegir al destinatario de nuestro tiempo y atención. 
    Cierro con una frase del poeta chileno Pablo Neruda: “Amo tanto las palabras…Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces…¡Qué buen idioma el mío!

Maestra Cuquis Sandoval Olivas

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