La palabra “recordar” tiene su concepción etimológica del latín “recordari” y de “cor-cordis” que significa “corazón”, ya que las antiguas civilizaciones, estaban convencidos de que ese órgano era el encargado de hacernos pensar, sentir y rememorar. Por tal razón, hay una frase que dice: “Recordar es volver a pasar por el corazón, permitiendo que la razón sienta y el corazón piense”.
Este breve preámbulo introductorio permite formular algunas elucubraciones acerca del dieciséis de febrero de 1990, fecha inolvidable, en que llegó a nuestro hogar Jorge Alexandro, y que cada año, celebramos con beneplácito su vida. Él ocupa el cuarto lugar de cinco hijos. Como madre, puedo aseverar que cada uno de ellos es especial, desde su gestación, nacimiento y desarrollo, sin embargo, el hecho de crecer entre varios hermanos, hace posible la creación de vínculos comunes, pero, a la vez diferenciados que dan cuenta de la especificad única que como individuos poseemos.
Diversas ráfagas del pensamiento llevan a recrear momentos inolvidables del pasado, de su infancia, y juventud, apoyados en imágenes capturadas en fotografías y videos, que hacen posible revivir esos recuerdos; mismos que vuelven a pasar por el filtro de memoria y corazón para buscar las palabras precisas que logren capturar la esencia del presente mensaje, así como el agradecimiento manifiesto por el regalo de su vida en nuestro hogar.
Es imposible dejar la subjetividad a un lado, las emociones hacen presa de los pensamientos y sentimientos, ensamblando vínculos, recuerdos, momentos especiales, palabras, abrazos y ese lenguaje universal del amor, que se expresa de una y mil formas distintas, con miradas, hechos y acciones.
Hubo una primera vez para todo: la sonrisa, los balbuceos, los primeros pasos, la escolarización, el despertar al amor y convertirse en padre, así como la profesionalización. En cada uno de los distintos roles desempeñados: hijo, hermano, esposo, progenitor y maestro, ha puesto su mejor esfuerzo; con los valores cimentados desde el núcleo familiar que siguen dando fuerza y coherencia a su ser y hacer.
Celebrar un año más de vida, es un acontecimiento personal, pero a la vez, abarca también al ámbito familiar; ya que permite hacer conciencia sobre nuestro propio caminar, reflexionar en quienes somos, así como los retos y obstáculos enfrentados y superados, los bienes y regalos recibidos a través de las bondades, personas y circunstancias que giran a nuestro alrededor, es además, una muestra de agradecimiento por la oportunidad de seguir gozando de los amaneceres, de la belleza de los atardeceres; tener la capacidad de percibir el ritmo de la naturaleza, los sonidos del silencio y la armonía del diario vivir que va conformando nuestra existencia.
Se ha dicho siempre, que las palabras son fugaces y se las lleva el viento, no así, las que se atrapan y plasman a través de la magia de la escritura, esas no mueren, prevalecen a través del tiempo; se piensan, se extraen y dictan la connotación del alma, esa que vibra en razón y corazón de unos padres orgullosos de su hijo.
¡Feliz cumpleaños!
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