Gratitud
Estamos a mediados del último
mes del año, un tiempo que nos arropa con una gran multiplicidad de acciones,
pensamientos y revisiones de lo que hicimos y nos faltó por hacer, pero, sobre
todo, nos permite hacer una cuidadosa introspección y examen de conciencia en
nuestro comportamiento; en primera instancia con el cuerpo que habitamos, ya
que es único e irremplazable, y conforme avanza el tiempo, se suman los años y
el deterioro se va presentando, dejando ver nuestra fragilidad humana, los excesos
y omisiones de cuidado. ¿Qué tanto lo he ejercitado? ¿Cómo lo he alimentado?
Además del cuidado físico, se
reconoce la importancia de la parte emocional ¿Con que personas me rodeo? ¿Qué
aportan a mi vida y yo a la de ellos? ¿Cuáles actividades apoyan a mi
bienestar, desarrollo y crecimiento?
Una serie más de
interrogantes, se presentan en cascada para desvelar un panorama en fragmentos,
cual, si fueran piezas de un rompecabezas que va encajando en el lugar preciso
para dar forma y significado, permitiendo que las respuestas broten cual
manantial de agua cristalina, que presenta su sinfonía de evocaciones y recuerdos.
El alimento espiritual cobra
nueva vigencia, el nacimiento trae consigo, las luces que muestran un camino de
esperanza, de bondad, de perdón y reconciliación. Vuelve a encenderse la flama
de la fe, porque esta, se siente, se vive, se palpa en hechos, acciones,
miradas y felicitaciones, donde los buenos deseos y los augurios de paz, salud,
bienestar y prosperidad, se hacen presentes.
Enseguida, miramos a nuestro
alrededor, hacemos un recuento de personas ausentes, de abismos insondables
imposibles de llenar, porque simplemente, no tienen reemplazo. Buscamos cobijar
ese frío de ausencia evocando su nombre, sus recuerdos, los lugares donde
transitamos, pero el tiempo, se va encargando de difuminarlos y tenemos que
recurrir una vez más al diálogo, a la interacción, a reconstruir los hechos
para que no se pierdan en los escondites del pensamiento.
Nos sabemos y reconocemos
sobrevivientes de una pandemia, resilientes ante los embates de la enfermedad,
la violencia, corrupción, engaño y traición. Hemos visto tambalearse nuestro
suelo, ante los movimientos sísmicos que últimamente se han presentado;
sobrevivido a sequías, malas decisiones de nuestros gobernantes, encarecimiento
y un sinfín de atropellos, que nos han quebrantado, no doblegado.
Sin embargo, en estos
momentos, levantamos la vista al cielo, buscamos inundarnos con esa fuente de
luz y energía que bañe nuestra alma, que dé guía y discernimiento, para que
nuestras palabras y acciones no dañen, sino por el contrario, se conviertan en
puentes y andamios de ayuda, para quien así lo requiera.
Reconozco con humildad, que
necesito tener como invitado principal en nuestra vida, al agradecimiento,
porque este, es portavoz distintivo de personalidad y carácter; da cabida y
espacio a los otros valores universales, para que moren y resplandezcan a
través de mi persona.
Gracias a las personas que han
formado parte de mi caminar, en los círculos cerrados y en los que aún estoy
transitando, porque cada uno de ellos han contribuido en mi formación, en mi
crecimiento y en la transformación de la mujer que soy.
Gracias a mis hermanos,
familia, esposo, hijos, nietos, con ellos aprendo cada día, lo que es el amor,
la ilusión y la esperanza. A mis amigas, que se han convertido en estandartes
de felicidad y alegría. A los grupos en lo que tengo la suerte de participar, y
a todos ustedes amables lectores, les deseo, “Feliz Navidad”.
Maestra Cuquis Sandoval Olivas
Excelente forma de abordar el tema. Muchas felicidades estimada Cuquis Sandoval
ResponderEliminarGracias por detenerte en mis escritos y dejar tu opinión.
EliminarPrecioso amiga me encantó leerlo gracias.
ResponderEliminarTe deso unas felices y maravillosas fiestas. Un gran abrazo desde COSTA RICA
Perdón por i respuesta tardía. Al contrario, gracias por leer y comentar.
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