Las
ventanas de la lectura
Es el nombre que lleva una de las columnas en las que
participo periódicamente en la revista digital “Aculturados”, que como su
nombre lo indica, tiene relación con la cultura en general. Cuando me fue
solicitado el título de mi columna, pase por un momento de vacilación, porque
conocía con certeza el objetivo trazado de mis participaciones, pero siempre
que elaboro un escrito, suelo dejar el título al final, entro en un proceso de
analizar las distintas aristas y perspectivas que conlleva el texto para tratar
de bautizarle de la manera más acertada posible.
Se dice que el título es el primer gancho que puede
atrapar al lector, por lo que debe ser sugerente, persuasivo y atrayente. De
tal manera, que utilizo la palabra «ventanas» como una parte inherente del
mundo literario, que permite asomarse y recrearse con el espectáculo que está
listo para presentarse ante los ojos del lector.
Son ventanas abiertas, nítidas, llenas de luz, con
reflejos de conocimientos, aprendizajes y sabiduría que ha sido almacenada en
la biblioteca de la vida. Hoy más que nunca, esas ventanas se han expandido,
han ensanchado su visión y están al alcance de toda la población. Permiten
sentarse en su marco, brincar al exterior, gozarse de la poesía, del cuento, de
la novela y de todos los géneros literarios, incluso, viajar a través del
tiempo y conocer otros contextos, personajes y dar sentido a esa fusión de los
tiempos verbales.
Jorge Luis Borges, uno de los lectores más acérrimos que
a pesar de sufrir un problema progresivo de visión que le llevó a la ceguera
completa, expresó respecto a la lectura: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo
soñar, no soporta ‘el modo imperativo’ La lectura debe ser una de las formas de
la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.
Las generaciones adultas somos educadores de la población
joven y la mejor manera de comunicar algo es a través del ejemplo. Abuelos y
padres debemos leer a los niños, mostrarles la magia y el poder que entrañan
las letras, estimular su imaginación y capacidad creadora por medio de ese
universo infinito de fantasía, ficción, realismo mágico, aventura, ciencia,
entre otros, que viene implícito en cada historia.
Los hábitos se forman mediante la repetición constante y
estos a su vez van formando las conductas esperadas. Inculcar la pasión por la
lectura, es un proceso paulatino, lento y gradual que reditúa grandes
beneficios, tales como el deleite personal, el desarrollo del pensamiento, del
lenguaje y la capacidad crítica de interpretar el mundo, así como la toma de
decisiones más asertivas.
En nuestra memoria subyacen algunos recuerdos de quien
nos enseñó a leer, las melodías silábicas entonadas, la unión de letras, alguna
lección que quedó anidada en los rincones del pensamiento, aquella fábula que
nos hizo reír y reflexionar, el poema que debimos memorizar para declamar, los
versos que escribimos en los albores de la juventud, las cartas, la letra de una
canción, la trama de un libro llevado a película, la obra de teatro salida de
un guion e incluso, el título del libro que fuimos obligados a leer para
obtener una nota académica.
Hoy más que nunca, esas ventanas se encuentran
diseminadas por el globo terráqueo, la tecnología provee de infinidad de
sitios, plataformas y recursos que nos permiten tener un acercamiento virtual
con la lectura, sin embargo, ahí también tenemos injerencia directa los
adultos, de revisar, proponer y dar seguimiento a las lecturas efectuadas.
Maestra María del Refugio Sandoval Olivas
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