Otoño
Cada estación tiene su propia belleza y singularidad; usa
ropajes propios de colores; ambiente climático que se adecua a las festividades
calendarizadas a deportes, convivencias y crecimiento espiritual comunitario y
cultural. Así mismo, son musas de inspiración que despiertan emociones y
sentimientos de quien fija su mirada en los esplendores que emiten; son
captadas por el ojo de la cámara, por el pincel del pintor, por el verso del
poeta que utiliza imágenes y símbolos que permiten recrear y dar sentido a sus
palabras, por la composición e interpretación musical, por el escritor, quien
enlaza ideas, frases, párrafos hasta convertir su obra en un entramado de
comunicación que lleva a vivenciar la ambientación descrita y detallada con
minuciosidad; las estaciones incluso, son comparadas con la
vida del hombre dividida en etapas: la niñez es atribuida a la primavera,
porque desde el nacimiento se está floreciendo en franco crecimiento y
desarrollo, se asocia con la renovación constante de cuerpo, alma y espíritu; la juventud al verano, por la plenitud, con
el clima propicio para ir sentando las bases en la familia y el trabajo; la
madurez al otoño, empieza a perderse la lozanía y resplandor de la vida; además
de la adhesión a las hojas del árbol genealógico que van cayendo al suelo; pero también es tiempo
de soltar y sembrar las semillas que dará fruto el próximo año; la vejez al invierno, por el color
blanquecino de las canas, por la soledad y aislamiento, frío, que conlleva la
pérdida de las capacidades físicas y a veces mentales.
El 22 de septiembre inició el equinoccio otoñal,
«fenómeno que ocurre cuando el centro del sol está directamente sobre el
ecuador de la tierra» su etimología alude a que día y la noche tienen la misma
duración y que posteriormente a este, las noches se irán alargando, el clima
soleado y caluroso da entrada paulatina a un ambiente templado durante las
horas del día y frío por las noches y al amanecer; este termina con el
solsticio de invierno, el 21 de diciembre.
El solo nombre de la estación lleva a la mente a
conceptualizar por medio de imágenes; la frescura de las plantas va adquiriendo
un matiz diferido entre verde, amarillo, naranja y rojo, primando los colores
marrones; el cielo asemeja arder en llamas en los atardeceres regalándonos un
festival a la vista. Al recibir menos luz solar, se bajan los niveles de
serotonina «neurotransmisor del sistema nervioso central» por lo que se
experimenta la melancolía e introspección, se está más consciente del paso del tiempo,
además se refleja directamente en la naturaleza porque a menos luz, se reduce
la cantidad de clorofila en las hojas y éstas empiezan a caer, el suelo
entonces se viste de gala, es cubierto por distintas tonalidades; el viento se
encarga de mecer las hojas y cambiarlas de lugar, ya que se convertirán en
fértil humus donde volverá a brotar la vida.
Las interpretaciones dadas a estos eventos varían según
el enfoque, se dice que es la estación propia para el amor, para despojarse de
las cargas negativas que vamos almacenando al paso del tiempo, para soltar
dudas, penas y temores y aprender a danzar al ritmo y compás del viento, nos
invita a reflexionar, a la intuición, a interiorizar y al desapego, a
desprenderse de lo que no es esencial, porque como dijo el poeta argentino Leopoldo
Lugones: “Aunque caiga la flor, queda la
rama”.
Cuquis Sandoval Olivas
Maestra
”.
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