El Universo de Sofía
Sofía estaba pensativa, la imagen que proyectaba su
rostro permitía dilucidar las muchas conjeturas que se presentaban enmarañadas
en su cabeza y daban vueltas, buscando el punto de inicio y la recta final que
se originaría con la idea y la consecución de los pasos que se irían
presentando metódicamente.
Como amante de la ciencia, sabía del proceso que
debían llevar las cosas, la observación y apuntes de ajustes y reajustes darían
con las teorías sustentables y esperaba llegar a ser parteaguas de ese proyecto
que ya había pasado por mucha gente entusiasta y dedicada como ella.
Eso era precisamente la evolución, el retomar los
trabajos de otros científicos, no incurrir en los errores presentados y tratar
de abrirse campo a partir de donde el sueño anterior se había quedado en puerta
de entrada, o en su defecto, en recurrir al artilugio de la creatividad e
ingenio, invitando a lo fantástico e irreal a que tomase lugar y presentase sus
predicciones de supuestos posibles.
Ella era un apasionado de los estudios lineales en
el tiempo, sus textos le permitían incursionar en otras épocas, contextos y
situaciones, de tal forma que se sentía como invitada especial a formar parte
de este, utilizando la concentración profunda y una lectura reflexionada e
introspectiva, podía percibirse en el lugar de los hechos siendo espectadora
pasiva, espectadora de eventos y sucesos históricos, que podían llevarla a los
confines de la imaginación y sensaciones.
En primera instancia su nombre le había empoderado,
aludía a la sabiduría, como madre de todas las ciencias, como plataforma que
llevó a la civilización griega a acunar a grandes pensadores, no por ello
carentes de imaginación mitológica.
Podía percibir el humos, calor, frío y perfume de
las ciudades y sus habitantes; pasearse como alma navegante a través de la
brisa del viento, mecerse en su vaivén y ser parte de grandes acontecimientos
que aún cimbran a la humanidad.
Tal es el caso de los primeros pobladores de la
tierra, su avance, expansión y movilidad; los primeros descubrimientos que
fueron la elaboración de herramientas de cacería, el fuego y la rueda.
Luego, su imaginación voló al imperio romano, al
coliseo, los trueques y tributos que se rendían a los dioses con sacrificios y
rituales inhumanos que tenían como objetivo renovar el lazo de cordialidad
entre los seres celestiales y pobladores; viviendo el horror de los crematorios
y la muerte de hijos indeseados conocido como filicidio y neonaticidio.
Con la venida del Mesías, pudo recorrer Jerusalén y
su tierra santa, recostarse al lado de María y escuchar al niño durmiendo bajo
el calor y arrullo del resuello de animales; caminó a su lado, observó
maravillada los milagros efectuados, escuchó su palabra alentadora y también le
acompañó en el sendero de la traición y sacrificio impuesto por el mismo
hombre, ante la cobardía de los ojos de Poncio Pilato, que se lavó las manos
para sentir menos culpa. Estuvo con él
su tumba y en un abrir y cerrar de ojos, fue testigo fiel de su resurrección.
Avanzando en el tiempo, conoció los calabozos de
los castillos, las tortuosas maneras de castigar y de empoderarse a consta de
la libertad de pensamiento y acción de sus súbditos; no pocas veces se rebeló
ante las injusticias cometidas por los reyes y su séquito de seguidores;
aplaudió y vitoreó la valentía y oposición de gallardos caballeros, como
aquellos ingeniosos que cobraron vida con la pluma de Alejandro Dumas; las
hazañas de Robin Hood, y tantas historias, cuentos y leyendas que disfrutó y
sufrió en toda su intensidad.
Cuando llegó a la bella Italia y tuvo el placer de
conocer a Leonardo Da Vinci, se convirtió en su sombra, queriendo apropiarse
del conocimiento de ese gran cerebro que aún en nuestros tiempos sigue siendo
indescifrable. Sin duda, un hombre prolífero en varios campos y disciplinas,
artísticas, científicas y tecnológicas, que por medio de la pintura dejó
legados de avances para la humanidad en general. Dentro de sus bocetos se
encuentran: aviones, submarinos, el hombre Vitruvio, el cual representa una
síntesis de arquitectura, anatomía y geometría; dibujos del corazón humano y
otros órganos, sistemas y aparatos explicando su funcionamiento.
De ahí, Sofía tomó un paseo con Miguel Ángel,
quedando fascinada por esa facilidad para retratar el cielo, sus ángeles y
arcángeles, así como la gloria y el infierno.
Posteriormente se posesionó del piano de Beethoven,
músico y compositor que sufrió terriblemente por su sordera; carencia que no le
permitió gozarse de su obra, pero que no fue un impedimento para abandonar esas
sinfonías que hoy se escuchan y reconocen por el mundo entero.
Sofía vivió el momento cuando la corte del clero
dictó sentencia a Galileo Galilei, por desmentir su teoría geocéntrica de la
tierra; y hasta se inclinó a su lado, donde yacía arrodillado y aún postrado,
musitó las siguientes palabras: “Y sin embargo se mueve”, haciendo referencia a
la teoría heliocéntrica.
Así mismo, pudo constatar la rebelión de países
ante la soberanía e ir en búsqueda de los valores universales decretados por y
para el hombre.
Y así entre tiempos, textos y contextos fue
maravillándose cada día por el conocimiento expandido y lo que debía aprisionar
para dar cabida a nuevos aprendizajes y valoraciones de lo que poseía en el
momento actual, pero también lo que había dejado diseminado a través de los
senderos de la vida.
Recordaba la frase de Sócrates; “Yo solo sé que no
sé nada”, porque en la medida que se interiorizaba, más quería aprender y más
huecos le quedaban sin respuesta rápida posible.
En ese continuo viaje, se maravilló de las ciencias
ocultas, respetó el poder de los dones recibidos en chamanes y ancianos quienes,
en cada cultura, ganaban reconocimiento y prestigio con base a los poderes
ostentados de predecir, curar y vaticinar artilugios en mal de amores,
enfermedades y capacidad de frenar o inducir la muerte.
La magia atrapa las rendijas de la razón, a pesar
de saber que eran trucos hipnóticos y de engaño al ojo humano debido a la
velocidad; lograban dejarla sin palabras, navegando en el mar de lo imposible y
visualizando el hacerse posible.
Es en ese vaivén que conoce algunos autores que la
llevan a la consecución de un sueño deseado y acunado desde mucho tiempo atrás:
“viajar en el tiempo, solo una centena atrás y conocer su árbol genealógico que
le precedió y cuyas ramas aún seguían extendiéndose debido a la fuerza y
alimento de esa raíz fortalecida por la experiencia, el amor y el tiempo.
Como voraz lectora, saboreó la novela de
Frankenstein, disfrutando el poder de utilizar las ciencias exactas para la
creación de un ser.
La lectura de Julio Verne se convierte en su
compañía frecuente, añorando la creatividad de este gran escritor para
inventarse situaciones que aún no acontecían en el presente, pero que sin duda
llegaron a ser parte del futuro.
“Un mundo feliz”, le enseñó que al utilizar el
género de ciencia-ficción, podía presentar realidades posibles, creando escenarios
que en el futuro pudieran ser lógicos y viables.
El filósofo Plotino decía que “el tiempo es el alma
del mundo”, por lo que Sofía tenía una gran tarea por delante, debía encontrar
esa alma, posesionarla en un agujero negro donde la materia es aplastada hasta
su densidad infinita, en ese corazón singular donde la materia y el tiempo dejan de existir, utilizando la
explicación científica de la relatividad de Einstein; cronometrar el viaje en un reloj anual
especializado, dando la orden de detenerse hasta en los años deseados y
permitir la salida triunfante, lista para posesionarse de los cuerpos físicos,
materializando la realidad vivida; saliendo de la tumba los difuntos, volviendo
a gozar del baño de sol, de luna, de noches pletóricas de estrellas y de tantas
preocupaciones sin sentido, que llenaron sus espacios de huecos vacíos; pero
que a la vez, a Sofía, le permitirían conocer sus hábitos, costumbres, sueños,
ser partícipe de sus diálogos, testigo de sus luchas y sacrificios, de sus
risas y alegrías.
Dicen que cuando un deseo se interioriza con tanta
vehemencia, el universo conspira para su realización; esa noche fue de
fantasía, Sofía pudo viajar en la línea del tiempo, conocer a sus bisabuelos,
abuelos, ver a su madre de bebé, niña, adolescente, hasta llegar al altar del
brazo de su querido padre.
Pudo presenciar su nacimiento, el de sus hermanos,
y valoró la magia del sueño en toda su dimensión, porque fueron solo ocho horas
suficientes para recorrer varias historias, espacios, contextos y revalorar en
toda la extensión de la palabra el milagro de la vida, la fuerza del amor y los
nexos que marcan parecido físico, comportamientos, carácter y temperamentos
generacionales.
Entonces, a Sofía se le aclararon las dudas sobre
el proyecto a presentar. Abriría una línea del tiempo con las investigaciones
más prominentes, los avances, las ficciones, lo científico, incluso utilizaría
fragmentos de cine y texto para su presentación.
Y es así como entre ideas, fantasías, realidad y
sueños, ¡al final hemos arribado!
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