Educación socioemocional
Antes de empezar a
escribir sobre un tema determinado, es necesario tomar un momento de
introspección reflexiva, leer sobre algunos tópicos, tomar apuntes, tender un
cerco delimitante e ir categorizando las múltiples temáticas que danzan
frenéticas al ritmo de las ideas y de las letras. Todas y cada una de estas
categorías ofrecen aspectos fascinantes; en la medida que se va profundizando
en su conocimiento, van formando parte de la sinopsis cognitiva; las
estructuras mentales pasan por el proceso explicado magistralmente por el
psicólogo suizo Piaget en 1965, de asimilación, acomodación. La primera se
entiende como el proceso por el cual se adopta la nueva información a los
esquemas mentales existentes y la segunda, como su nombre lo dice, acomoda esa
nueva información y con ésta responde a las exigencias del medio.
El tema seleccionado
para este artículo versa sobre la inteligencia emocional y el reconocimiento de
cómo influyen las emociones en las decisiones y acciones diarias de las
personas, centrando su análisis en la propuesta del Nuevo Modelo Educativo
(2018).
Daniel Goldman, psicólogo,
periodista y escritor estadounidense, autor del libro “La inteligencia
emocional” (1995), que se convirtió en best-seller asevera: Es más importante
gestionar emociones positivas que el mismo conocimiento intelectual, porque al
aprender a desarrollarlas, controlarlas y gestionarlas, se puede mantener la
atención, la motivación y la creatividad.
De tal forma, hace
patente que entre más temprana edad se inicie, hay más posibilidades para
asimilar los hábitos fundamentales. El desarrollo del conocimiento de sí mismo,
de la autorregulación, autoconciencia y autocontrol, permiten tener una
interacción más empática y solidaria, ya que, al aplicar sentimientos a los
pensamientos, se es más consciente del respeto y entorno personal como el del
otro.
Hay algunos
experimentos científicos que demuestran que en la medida que se van enfocando
las emociones en el educando, se despierta la sensibilidad, empatía, altruismo
y compasión. También se ha comprobado
que las emociones negativas interfieren con el aprendizaje, por lo que su
gestión debe preceder a toda enseñanza.
Ante estas
aseveraciones contundentes se visualiza la urgencia de que el sistema educativo
comprenda la importancia de implementar estrategias diseñada para este fin,
partiendo desde el conocimiento de sí mismo, aprender a silenciar el ruido
interno que no permite la interiorización y luz necesaria para guiar y focalizar
al pensamiento.
Los filósofos griegos
decían que toda observación debe tener el arte de la contemplación, este
concepto significa etimológicamente “templar el alma”, preparar al espíritu
para visualizar lo que está más allá de lo tangible, absorber la esencia misma
de las cosas y de las personas que nos rodean.
Al perfeccionar la
atención, se logra la concentración, motivación e interés, respondiendo de esta
manera a las enseñanzas formales de contenidos que aborda el currículo.
Entre las diversas y
múltiples problemáticas recurrentes hoy en día, se encuentra la depresión y
falta de sentido a la vida; la educación socioemocional apuntala que al
aprender a dominar las emociones lleva a fortalecer la “resiliencia”, entendida
como la capacidad necesaria para superar las adversidades que invariablemente
todo individuo debemos enfrentar en el lapso de vida.
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