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sábado, 29 de agosto de 2020

Una luz que se apagó




Una luz que se apagó
Generalmente solemos pensar que la vida tiene un ciclo que culmina con la vejez, sin embargo, una y otra vez, nos muestra una realidad que nos llena de sobresalto. Hace unos días recibimos la triste noticia del accidente acontecido a la maestra Lorena Vázquez Payán y su hija, «quien afortunadamente solo recibió golpes ligeros»; estábamos enterados de la gravedad de su salud, pero siempre estaba latente la luz de la esperanza, esperando que Dios se manifestara en su grandeza y le devolviera el equilibrio a su cuerpo tan dañado.
Hoy ese brillo desapareció, su alma y espíritu volaron a otros confines del espacio; despojándose de su equipaje terrenal y dejando un duelo profundo en su familia, alumnos, compañeros de trabajo, amigos y conocidos.
Tuve la suerte de conocerle y tratarle como amiga, madre, abuela y maestra, solo bueno recuerdo dejó en mi memoria; siempre preocupada por conseguir materiales didácticos, estrategias de enseñanza y nuevas situaciones didácticas para implementar en los centros educativos donde se desempeñaba.
He observado que desde el día de ayer que se informó de su deceso, la comunidad se ha volcado en lamentos, condolencias y manifestaciones de dolor, angustia y pesadumbre por esa vida que aún estaba en pleno esplendor de su verano.
Permitamos que las memorias cual semillas esparcidas en cada uno de los que tuvimos la suerte de conocerle y convivir con ella, florezcan y externen su fragancia para que llegue hasta el infinito y Lorena pueda observar con beneplácito el cariño que sembró en la tierra.
Aunque la ausencia perfore el alma, abracemos su recuerdo y acompañemos con nuestras oraciones por la resignación de su familia y el descanso de su alma.






3 comentarios:

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