Parodiando a mamá
Cuquis Sandoval
Olivas
Hidalgo del Parral,
Chihuahua
02 de mayo del 2020
Soy producto de la constelación de su amor; llevo sus genes, su sangre, su
crianza. Me arropo en las remembranzas que dejó diseminadas y sembradas en mi esencia;
su imagen, bendición, aroma, palabras y consejos vivirán por siempre en mi
corazón. Mujer de fe y determinación inquebrantable, su cariño, es la fuerza
motora que me levanta e impulsa ante las embestidas del destino; estoy segura
que cada día me parezco un poco más a ella. Quizá sea la forma que
inconscientemente he adoptado para sentirla cerca; el revivir sus ademanes,
manías, costumbres y expresiones que cotidianamente utilizaba. ¡Mmmmm
qué cosa tan sabrosa! –Exclamaba, al dar el sorbo a su café o al vaso de
refresco. − ¡Qué raro! Estoy segura que
aquí lo dejé. – murmuraba cuando traía algo extraviado. –Nombre sea de Dios, −Murmuraba antes
de probar sus alimentos. –Dame el
estropajo con mucho jabón para tallarme bien, −Decía cuando estaba
bañándola, y se restregaba todo su cuerpo.
En sus momentos de introspección y tristeza cerraba el puño y ponía su mano
dominante (izquierda) sobre su boca o entrelazaba sus manos acariciándolas
suavemente, al tiempo que su vista se perdía en los recuerdos nebulosos del
pasado. Usaba crema “Ponds azul” para la
cara, “Del Real” amarilla para los pies, aceite de almendras para el cuerpo,
crema para el cabello; peine especial para sus rizos; después del baño diario,
se hacía todo un rito antes de ayudarle a cambiarse. Yo, nunca me había lavado
la cara con jabón, utilizaba cremas o lociones para limpiar las impurezas; a
raíz de su muerte, inconscientemente empecé a lavarla y tallarla
minuciosamente, gozando el chorro del agua al caer sobre el rostro, y al
terminar el baño exclamó justo como ella lo hacía. − ¡Que sabrosura!
Tuvimos la gracia de gozar su presencia y regocijo en su amor, por casi 95
años; fue madre y padre a la vez de seis botones que germinamos en su vientre;
mi hermana mayor, tres varones, yo y el más pequeño. Vine al mundo cuando ella
rondaba sus cuatro décadas; dormí a su lado hasta el momento de casarme, ella
gustaba de pasar sus dedos por mi cabeza, para arrullarme hasta que me quedaba
dormida; al paso de los años; cuando fue menguando su paso, y las carencias de
la vejez apropiándose de sus fuerzas, solíamos sentarnos muy cerca, tomarnos de
la mano y gozar de diálogos y confidencias, lo mismo que de la música mística
de los silencios. Disfrutaba enormemente narrar sus historias del pasado;
escuchaba atentamente las lecturas que le compartía, sobre todo, cuando ella
era la musa principal de mis escritos. Siendo una
mujer que se forjó en el trabajo y debió abrirse camino sola en la crianza de
sus hijos, el sentirse útil era algo esencial; por lo que, era convidada a
ayudarme en la cocina con tareas sencillas, como limpiar las verduras, picar el
tomate o simplemente, decirme los pasos para preparar tal y cual alimento. Otra
de sus facetas es que su casa fue punto de reunión familiar; ahí amaba recibir
a la familia, por lo que siempre que había oportunidad, invitábamos a una
congregación especial. La música era parte de su vida; cuando le gustaba una
canción, la mandaba grabar hasta 10 veces en un solo CD. Quedamos huérfanos, un hueco que nadie podrá
llenar, carencia de esa figura protectora especial; siempre manifestó un amor
sin límites, sin barreras, atenta a escuchar, abrazar y consolar. Le amo tanto
mi viejita hermosa, ¡lleguen mis palabras envueltas en lágrimas hasta la
eternidad!
Hermosa mi abuelita!!!! Todo eso y más!
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