Unidad
ante la adversidad
Créditos de pintura: Jorge Pérez y Marián Chávez Pérez
En el confinamiento de las paredes de mi hogar, he tenido
mucho tiempo para reflexionar, meditar, orar y organizar mi espacio externo e
interno.
Me gustaría comentar que no he permitido que el miedo, la
incertidumbre, el pánico y desconcierto, lleguen cual fantasmas silenciosos y
se alojen en mi corazón y pensamientos; que no he tenido que luchar ante la
exigencia de colocar cadenas y candados
a mis brazos, para que no corran a aprisionar a mis seres queridos; a sellar
mis labios, cerrar los puños de mis manos que desean sentir el contacto humano;
tragarme las lágrimas y no poder estar cerca de las personas que quiero en los momentos de
infortunio que están atravesando; al
amigo enfermo, al anciano solitario, acompañar a dar sepultura a quien llegó al
fin de su camino, estrechar cerca de mi corazón a los seres que amo; debo
hurgar en lo más recóndito para buscar
la valentía que debe prevalecer ante situaciones de emergencia. Aprender a ocupar
mi tiempo, buscando en los quehaceres cotidianos del hogar, en la lectura y
escritura, mitigar y esconder las sombras terroríficas que todos los medios
informativos están dando a conocer.
En la medida que la información penetra a la conciencia,
el velo de la esperanza va cayendo lentamente; el covid 19 continúa su avance
inexorable, rompiendo barreras de continentes y países, sin solicitar permiso;
ostenta una corona que muestra al mundo su poderío, dejando a su paso estelas
de destrucción en todos los ámbitos: de la salud, emocionales, sociales y
económicos.
Gran cantidad de mensajes circulan por las redes
sociales, algunos cargados de esperanza y positivismo, rescatando la urgencia
que teníamos como humanidad de hacer un alto en el camino, de darle un respiro
a nuestro planeta, de reencontrarnos con nosotros mismos, con la esencia de las
cosas, de reconocer en la soledad y aislamiento el Ser interno.
Otro tantos, abanderados en la fe, en el poder de la
oración; de unir plegarias al unísono, para que atraviesen los cielos y haya
misericordia.
Otros, se encargan de negar las realidades dantescas,
aludiendo que solamente son artimañas políticas para desequilibrar la economía de
los países desarrollados o incluso, que fue un virus creado para disminuir la
población mundial.
Esa diversidad de información, de pensamientos y acciones
son las etapas que anteceden a un duelo: Negación, ira, negociación, depresión
y aceptación.
Desde mi humilde óptica, entre más pronto lleguemos a la
última etapa que es la aceptación de los hechos, más conciencia y
responsabilidad emanará de nuestras acciones.
Reconozco las dificultades económicas que conlleva un
aislamiento total para la gran mayoría de la población; pero también aplaudo
muchas de las estrategias de precaución y apoyo que se han implementado; solo
requerimos despertar un poco más la conciencia social. Estamos en tiempos de crisis. Los empleos
empiezan a mermar, los precios a subir y el desplome económico se avizora en el
camino. Sin embargo, la salud es lo más importante, para tener un escudo de
fortaleza ante las adversidades.
Cito un fragmento del poema que escribió Kitty O`Meara,
maestra y asistente espiritual en hospitales de E.U.A.
…Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de
nuevo, lamentaron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron nuevas
imágenes, crearon nuevas formas de vivir y curaron la tierra por completo, tal
y como ellos habían sido curados".
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