Aunque es un título parecido al libro que el Papa Francisco regaló a sus
feligreses en Cuaresma, este escrito pretende rescatar vivencias y emociones
personales y significativas, que se han ido acumulando en la memoria y que hoy
danzan frenéticas al compás del espíritu navideño que ronda por doquier;
buscando anidar en el corazón de las personas, las tres virtudes teologales:
fe, esperanza y caridad. De tal forma, que es necesario encontrar las
palabras, requeridas, localizar los recursos literarios, enlazar pensamientos,
ideas y recuerdos, para llegar a cautivar la atención, de quien brinda unos
momentos de su tiempo a esta lectura.
Cada que llegamos al doceavo y último mes del año, solemos realizar una introspección de acciones,
lugares y gente con la que hemos tenido la fortuna de coincidir en este
maravilloso viaje que es la vida; detenemos el paso y miramos a través de un
retrovisor a esas personas y su impacto y trascendencia en nuestra existencia.
Reafirmamos la fe, conscientes+ de que es algo intangible, pero que debe
ejercitarse por medio de palabra y acción. A este respecto, deseo compartir,
que recientemente visitamos la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México;
fue una experiencia única, se percibía en el ambiente, esa luz espiritual que
conforta al afligido y da esperanza al oprimido; miles de viajeros hacían su
llegada, algunos orando, otros expresando su fe con alabanzas, danzas
ancestrales y enunciando de diversas formas su agradecimiento por los
dones recibidos.
También recordamos con nostalgia y añoranza a quienes ocuparon un lugar
preferencial en nuestro entorno y, que desafortunadamente, han dejado ese
espacio vacío de su presencia física; por lo cual, se hace necesario compilar
los recuerdos y custodiarlos muy dentro de sí, de tal manera, que su fragancia
siga impregnando y acompañando nuestro diario vivir.
Buscamos el fortalecer y revalorar los lazos familiares, visitando,
haciendo una llamada, enviando un mensaje, llevando un presente, y sobre todo,
expresando lo importancia que tienen en nuestra vida.
Ratificamos nuestro afecto a amistades y compañeros de trabajo, dejando
en el olvido los desacuerdos y desavenencias, para anidar en custodia los
hechos y buenos momentos pasados a su lado.
Convidamos y compartimos la sal y el pan, no solo con las personas que
están a nuestro alrededor, sino con el más necesitado.
Dentro de todas esos haceres, considero menester el expresar nuestros
deseos en estas fiestas decembrinas, para que se vayan anidando en custodia y
puedan fortalecer alma y espíritu, de quien los otorga y los recibe.
Al reconocernos como seres imperfectos, sabemos que los errores se cometen con
acciones y palabras que hieren y lastiman; por lo que es necesario aprender a
pedir perdón y a perdonar; a pensar antes de hablar y de actuar; a caminar en
esa búsqueda de luz que otorga el conocimiento, de tal forma que
nuestros desaciertos se vayan transformando en virtudes.
Dejar huella imborrable por el sendero transitado, sembrar acciones que
tengan frutos imperecederos y encontrar esa fuente inagotable que se
desborda dando y recibiendo amor.
Enunciar de manera afectiva y asertiva nuestras emociones y
sentimientos; no escatimando en abrazar y demostrar el cariño y gratitud que
sentimos.
Cultivar hábitos sanos que nos permitan tener mejor salud física, mental
y espiritual.
Rodearnos con gente positiva y transformarnos nosotros mismos, de tal
forma, que nuestra presencia, irradie luz, optimismo, esperanza, tranquilidad,
armonía y bienestar.
Ser empático, solidario, altruista, centrados en el presente, que sepamos
agradecer diariamente lo que somos, recibimos, poseemos y compartimos.
Dice el poema “Sembrando” de Marco Salvador Blanco: “…Hay que vivir
sembrando, siempre sembrando”
Finalmente, quiero dejar sentada mi gratitud, afecto y mejores deseos
para todos los lectores del Sol de Parral, familia, amigos, vecinos, equipo de
cachibol, Sociedad Mutualista, “las chicas del café”, compañeros de jubilados y
pensionados y todas las personas con las que he tenido la dicha de
convivir. ¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!
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