Maestra Cuquita Sandoval Olivas
Hace
unos días tuvimos la fortuna de viajar a la unión americana, fue un viaje
especial para visitar familia y amigos,
todo fue planeado con antelación, se organizó cuidadosamente una agenda, buscando sobre
todo, el extender el número de personas
a visitar y el no lastimar
susceptibilidades; se compraron unos
pequeños obsequios, característicos de la región como: dulces de la gota de miel, pinole de los
siete granos, cajeta, leche quemada, fruta envasada, carne seca, nueces,
panecitos, granola casera, entre otros, con el firme objetivo de afianzar lazos
de cariño y afecto que han sido lastimados por la distancia. Con beneplácito
observamos, como fue acogida nuestra presencia y el impacto que tiene un pequeño presente ícono de la localidad, al
convertirse en un puente del recuerdo.
Lo
poquito que llevamos no tiene comparación con lo que trajimos; cargamos nuestras arcas de sueños,
recuerdos e ilusiones, llenamos los
espacios huecos con largas charlas del ayer; no pocas veces los ojos se
humedecían con las nostalgias y añoranzas del pasado y otras tantas, sonoras
carcajadas inundaban los lugares, con las anécdotas y remembranzas de gente
conocida y apreciada de nuestro terruño.
Pude
constatar, que a pesar de tener mayor fluidez económica que les permite
vivir con más comodidades, el precio que se paga es el distanciamiento de la
tierra que les vio nacer, de la familia y
su gente.
La
cuestión migratoria es un peso que cae en cada uno de ellos, son barrotes de
prisión imaginarios que no les permite el libre tránsito fuera de la nación aún
y cuando haya que dar el último adiós a
un ser querido; y cuando al paso de
muchos años, logran obtener su estancia legal y pueden visitar su país, el
tiempo se ha encargado de cambiar los escenarios y personajes que persisten en su memoria, aunado al nulo o
poco interés de sus hijos por conocer la
tierra de sus progenitores.
Juran patria y sometimiento a las leyes y reglamentaciones de un
lugar que les brindó cobijo y oportunidad de trabajo, así
como una solidez económica a consta de
separación y distancia.
Al
llegar al hogar de cada uno de ellos, fuimos recibidos con amor, ilusión y
entusiasmo de conocer de viva voz las primicias del pueblo; aún y cuando las
redes sociales han permitido que haya mayor interacción, afluencia de
novedades, conocimiento y diálogo, el volver a vivir los recuerdos, reconstruir
el pasado y nombrar a quienes ya partieron de este mundo, fue una constante que se repitió incesantemente.
Indudablemente
Estados Unidos tiene bellos lugares y paisajes pero lo más importante, es la gente tan extraordinaria que lo habita.
Cada estado, condado, pueblo y
rancherías tiene espacios
multiculturales, donde trasciende y palpita el corazón de cada ser. Cada
persona es una representación de su patria, de su tierra, de su gente, con su lengua, usos y costumbres que trabaja
incesantemente para un país capitalista, buscando el brindar una mejor calidad de vida a su descendencia.
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