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miércoles, 17 de septiembre de 2025

Fiesta y memoria histórica








Por Cuquis Sandoval Olivas

    Desde la cuna de la civilización, los griegos dieron fundamento a la importancia del desarrollo de la observación. Recuerdo la etimología del verbo contemplar: “con”, que significa junto, y “templum”, lugar sagrado. Era en esos espacios donde los filósofos dedicaban su tiempo a observar y, al mismo tiempo, a templar el alma.

    En el método científico, la observación ocupa el primer lugar: de ella se derivan las preguntas, hipótesis o supuestos, la experimentación, el análisis de resultados y, finalmente, las conclusiones. Es la base de toda investigación, el principio que guía a quienes elaboran tesis o tesinas en la búsqueda de un grado académico.

    Así se comprende la trascendencia de la observación: fijar la atención en un hecho nos permite abrir distintos canales de percepción y descubrir detalles que, de otra manera, pasarían inadvertidos. Por eso disfruto contemplar lo cotidiano, aquello que parece repetitivo, banal o superfluo, pero que en realidad encierra un profundo contenido humano y cultural.

    Hoy deseo detener la mirada en nuestra mexicanidad, tan presente en este mes patrio. Las calles se engalanan con banderas y luces tricolores, la gente porta con orgullo los colores que nos representan, la música tradicional vibra en cada rincón, los cielos se estremecen con los fuegos artificiales y los gritos de ¡viva! se multiplican como un eco colectivo que nos une.
Hace poco escuché un video en la voz de Alberto Mayagoitia titulado Soy México. Una obra magnífica que exalta los rincones icónicos de nuestra nación: la riqueza de su naturaleza y sus espacios geográficos, su cultura, tradiciones, leyendas, personajes emblemáticos, su gastronomía, sus científicos y deportistas. Pero, sobre todo, enaltece a cada habitante de esta tierra, porque la nación se edifica en cada gesto, en cada esfuerzo y en cada vida.

    Conmemoramos la Independencia de México porque durante más de tres siglos nuestro pueblo estuvo sometido al yugo de la colonización española. Desde 1520, inició un proceso de conquista y dominación que transformó idioma, religión, costumbres y creencias. Sin embargo, la valentía de hombres y mujeres que soñaron con un destino libre abrió el camino a la emancipación.

    En 1810, el grito de Dolores rompió el silencio de la madrugada y su resonancia aún perdura. Desde entonces, nuestra historia ha sido una lucha constante por alcanzar nuevos ideales, porque así es el andar de México: siempre avanzando, siempre soñando, siempre caminando hacia la utopía.

    Nos llena de satisfacción  nuestra nacionalidad, portamos  con orgullo los trajes típicos, respetamos a los símbolos patrios, enseñamos a las nuevas generaciones con el ejemplo, de que México somos todos. 

    Hoy, al contemplar nuestra bandera ondeando al viento, entendemos que no solo festejamos una fecha. Celebramos una memoria viva, honramos el espíritu indomable de un pueblo que aprendió a templar su alma en la adversidad y que, día tras día, sigue forjando la esperanza de un mejor mañana.

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