A la izquierda, su hermano Germán Pérez T.
Tomás Pérez Talamantes
21 de diciembre de 1948 – 13 de junio de 2025
Entre dos fechas emblemáticas queda trazada la línea finita de vida de Tomás Pérez Talamantes. Hijo del señor Adolfo Pérez Ibarra y de la señora Mónica Talamantes Campos, originarios del cercano pueblo que lleva por nombre el mismo apellido, “Talamantes”, añadiendo el distintivo propio del estado grande: Chihuahua.
De aquella unión nacieron cinco hijos: Germán, Tomás, Teresa, Otilia y Rodolfo, sobreviviendo el primero, la cuarta y el último. Una familia tradicional de pueblo que tejió historias compartidas, marcadas por la convivencia, el amor fraterno y los lazos indisolubles que solo la hermandad verdadera sabe sostener. Esos vínculos se fueron fortaleciendo con el paso del tiempo, trayendo a la memoria fragmentos de la infancia, reconstruidos con nostalgia y afecto conforme avanzaban las etapas de la vida.
Como seres humanos, sabemos que nuestra existencia transita por una línea inevitablemente finita. Conocemos su inicio, pero no el momento ni la forma en que llegará a su última estación. Por ello, solemos sobrellevar la vida con humor, con sonrisas, con hombros dispuestos a sostener el dolor del otro, con gestos de amor que alivian las penas y hacen más ligera la carga emocional de quienes nos rodean.
Tomás Pérez cumplió setenta y siete años de vida. En ese recorrido formó su propia familia, contrajo matrimonio, fue padre de cuatro hijos, y emigró a los Estados Unidos de América, donde adquirió la ciudadanía. Ya retirado, decidió regresar solo a su pueblo natal, reencontrarse con sus raíces y entregarse al disfrute y esparcimientos que la vida pueblerina le ofrecía.
Entre esos placeres, se destacaba su pasión por los animales, especialmente por una yegua, su compañera inseparable, con la que compartía días enteros, anhelos, confidencias e ilusiones. Su mayor esperanza era verla convertirse en una gran corredora. Para ello, le dedicaba tiempo, esfuerzo, atención y cariño. Le acondicionó un espacio digno, la entrenaba con constancia, y cuidaba cada detalle de su bienestar físico y emocional. Ese vínculo con la yegua era reflejo de su carácter noble, paciente y tenaz.
Tomás fue siempre un hombre sencillo, de sonrisa franca y mirada limpia. Un gran amigo de la comunidad, generoso con sus palabras y sus recuerdos, siempre dispuesto a compartir una anécdota, una risa o un consejo. Su profundo respeto y amor por sus hermanos era evidente y constante.
Pero los años no llegan solos: traen consigo el desgaste del cuerpo y la sombra de las enfermedades que, a veces, llegan para quedarse. Tras varios meses de lucha por recuperar su salud, finalmente Tomás perdió la batalla contra la muerte, dejando tras de sí una estela de dolor en familiares, amistades y conocidos, recuerdo que perdurará con cariño y gratitud.
Por este medio, la familia Pérez Talamantes expresa su más sincero agradecimiento por las muestras de afecto, acompañamiento y solidaridad en estos momentos de duelo.
Descanse en paz y brille para él la luz eterna..