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Por Cuquis Sandoval Olivas
El cine, conocido como el séptimo arte, es una forma de expresión que combina con maestría los seis artes previos, creando una sinergia única. Surgió en 1895 como un medio para narrar historias mediante la proyección de imágenes en movimiento. En sus inicios, era un cine mudo y en blanco y negro, pero con el tiempo, ha evolucionado hasta convertirse en una industria que incorpora tecnologías innovadoras y ofrece experiencias inmersivas.
Este análisis tiene como objetivo explorar, desde una perspectiva profundamente personal, la película mexicana “Las horas contigo”, escrita y dirigida por Catalina Aguilar Mastretta, y llevada a la pantalla grande en 2014. Filmada en la Ciudad de Puebla, esta obra cinematográfica se inscribe en el género dramático y destaca por su sensibilidad y profundidad emocional.
La ambientación y los escenarios de la película invitan al espectador a adentrarse en un baúl lleno de introspecciones. Nos sitúan en un entorno donde los recuerdos y las reflexiones familiares afloran, mostrando cómo, dentro de la cotidianidad y el núcleo familiar, se entretejen historias de vida que influyen profundamente en nuestras relaciones interpersonales. En este caso, se exploran los lazos afectivos entre tres generaciones: abuela, madre e hija, y los conflictos emocionales que surgen a lo largo de los años.
Sin lugar a dudas, esta película tocó las fibras más íntimas de mi ser, no solo por la temática abordada, sino también por la brillante interpretación del elenco artístico. Con una narrativa conmovedora, la cinta profundiza en temas universales como el amor, la convivencia, la maternidad, la fe y los conflictos internos. También aborda de manera honesta y valiente las emociones que surgen ante un embarazo no planeado fuera del matrimonio, y el duelo anticipado que acompaña a la vejez, la enfermedad y la inminencia de la muerte.
Uno de los aspectos más impactantes de la película es cómo presenta el ciclo de la vida: el inicio de un nuevo ser que se gesta y la despedida de una anciana que ha cumplido su ciclo vital. Esto crea un ambiente íntimo y conmovedor, donde los lazos afectivos se reafirman en medio de la incertidumbre y el dolor. Además, refleja los sentimientos encontrados de la familia frente a la pérdida: el amor, la desesperación, la resignación y, finalmente, la aceptación.
La película nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad y vulnerabilidad. Nos vemos reflejados en ese espejo, pues todos, en algún momento, hemos enfrentado la pérdida de un ser querido y hemos navegado por el mar de emociones que conlleva la despedida. “Las horas contigo” es un recordatorio de que, aunque la vida está marcada por la impermanencia, los vínculos familiares y el amor nos ofrecen un refugio ante lo inevitable.
En enero de 2018, nuestra familia vivió un drama profundamente similar. Mamá, una anciana de casi noventa y cinco años, quien siempre fue un ejemplo de fortaleza y salud inquebrantables, un día no pudo levantarse de la cama. Desde ese momento, día tras día, fuimos testigos de su inevitable deterioro físico, hasta que finalmente exhaló su último aliento. Pese a todo nuestro amor y dedicación, su amada familia no pudo hacer nada para mitigar los estragos que su cuerpo ya no podía soportar.
Cumplió su ciclo de vida, dejando tras de sí un vacío profundo. Su ausencia es un dolor que trasciende los límites del tiempo, una herida que permanece abierta, aferrándose a los fragmentos del recuerdo. A veces parece que su presencia sigue viva en los pequeños detalles cotidianos: en su sonrisa que iluminaba cualquier momento, en sus palabras sabias que nos guiaban, y en el amor infinito que nos brindó incondicionalmente.
Hoy, aunque el dolor sigue latente, también nos queda la gratitud de haberla tenido por tantos años. Su vida fue un ejemplo, un legado de amor, fortaleza y resiliencia que llevamos con nosotros como un faro que nos ilumina aun en los momentos más difíciles. Cada recuerdo suyo, es como una caricia para el alma, un recordatorio de que su luz nunca se apagará en nuestros corazones.
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