Actitud, carisma y servicio
Un espacio
físico acoge y envuelve a quien lo visita. Los lugares que construimos y
habitamos cobran vida y color por los distintos personajes que transitan entre
sus muros; primeramente, atrapan las ideas, sueños y esfuerzos de quien los
planea, luego de quien los construye y hace palpables y visibles los objetivos
para lo que fueron diseñados.
El Gimnasio
Municipal de Parral, edificado en 1955,
bajo el emblema de promover la
cultura y el deporte de la comunidad y sus alrededores, es
histórico, alberga en sus rincones, el eco de los sueños que ahí se
construyeron, la adrenalina de los jugadores debatiendo en la duela su ímpetu y anhelo de sobresalir en el deporte,
venciendo al equipo contrario; sus historias y confidencias, los aplausos y
gritos eufóricos del público asistente, la multiplicidad de eventos que ahí se
celebran desde su fundación, tanto artísticos, como deportivos, municipales y
culturales y los servicios prestados por la gente contratada para mantener en óptimas
condiciones el inmueble.
Comparto una
breve reseña de un personaje parralense que prestó sus servicios por más de cuatro
décadas en este gimnasio, atendiendo con calidad y calidez a la función propia
para lo que fue contratado, consistente en el servicio de intendencia. El señor
Luis Juárez Herrera, quien nació el 21 de junio de 1944, se distinguió en su
etapa laboral por el carisma y simpatía brindada a la población concurrente,
así como su voluntad y atención en los servicios que era requerido su apoyo.
No hay trabajo
insignificante ni menos importante que otro, cada uno cumple un rol específico
para el mejor funcionamiento de las cosas. La actitud, carácter y personalidad,
es un ropaje que cada persona trae impreso en su actuar, la manera en que Luis
Juárez se desenvolvió en ese contexto, era siempre con respeto, cortesía,
puntualidad y eficacia en su labor. El hecho de limpiar la duela, los
sanitarios, el contexto externo, regar y cuidar los árboles, recibir a los
deportistas en la puerta de entrada con una cálida sonrisa de bienvenida, dar
respuesta a las preguntas y estar presto a la atención de las necesidades que
ahí se generaban, son factores coincidentes en el recuerdo impreso en la
memoria de quienes tuvieron algún contacto cercano con él.
Hace nueve años
concluye esta etapa de su vida, retirándose del trabajo y emprendiendo una
nueva aventura al lado de su familia; sin embargo, ese largo tiempo dejó
huellas grabadas en el interior de su corazón y baúl de los recuerdos,
considerando al gimnasio como su segundo hogar y los deportistas y público
asistente, otra familia con la cual compartía momentos inolvidables, envueltos
en las emociones y sentimientos generadas en cada evento.
Recientemente
tuve la suerte de coincidir y dialogar con él. Su mirada retrocedió a los
umbrales del pasado, externando algunos recuerdos, como el cariño y lazos de
amistad generados con muchos de los deportistas
que conoció en su camino, destacando con beneplácito el afecto y admiración
profesados al basquetbolista “Gato Muñoz” y a Marthita Baca, como entrenadora
de volibol.
Este sencillo
homenaje en vida, lleva la intención de reconocer su esfuerzo, entrega y
dedicación, así como el agradecimiento de la población parralense por su
servicio, dejando como legado para las nuevas generaciones, su actitud para
enfrentar las ambivalencias de la vida, su sonrisa abierta y franca, y el
despliegue de valores que siempre le caracterizaron.
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