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lunes, 17 de mayo de 2021

Soy maestra

https://revistalatinanc.com/2021/05/15/soy-maestra/




Soy Maestra

Son distintos los caminos que llevan a obtener un título en educación; circunstancias que se han ido modificando de acuerdo a los requerimientos propios del contexto y de las necesidades del sistema educativo. A partir de la implementación de la Secretaria de Educación Pública en México (1921), el reto inmediato era la expansión y empezar a llevar alfabetización; por lo que personas con primaria terminada, ingresaron a las filas del magisterio para convertirse en alfabetizadores y más adelante se irían comprometiendo con los cursos propedéuticos.

 A partir de mediados del siglo XX, la cobertura de las escuelas por todo el territorio mexicano era notable, por lo que personas con secundaria terminada, ingresaban directamente a la escuela normal y en tres años salían con título en mano, listos para llevar su misión a los rincones más apartados del país o estado.

Por los 80, se abre la oportunidad que personas con secundaria terminada empiecen a trabajar dentro del magisterio y cursen su educación al mismo tiempo en  escuelas formadoras durante los periodos de receso vacacional y en fines de semana.

Posteriormente, se da la exigencia que antes de entrar a la normal, se haya cursado la preparatoria, obteniendo un título, cuatro años después de licenciado en educación.

La escuela, también es puerta de entrada donde pueden florecer otras profesiones, sobre todo de nivel secundaria, medio superior y superior; recibiendo los cursos de nivelación pedagógica donde se cursan las materias propias de didáctica y pedagogía.

Este es el escenario donde el aprendizaje es inacabado, hay un nuevo término aplicado que es «INCOMPLETUD», eso significa que hay que estar en constante actualización y profesionalización por los cambios que se presentan a una velocidad frenética y exigen que el maestro esté preparado para enfrentarlos.

Recientemente leí un texto de Pablo Latapi, quien dice que esta profesión tiene sus ambivalencias y claroscuros de la luna; resalta los retos y áreas de oportunidad que el docente enfrenta cada día, pero también menciona la enorme satisfacción que experimenta cuando contempla el milagro del aprendizaje, cuando puede mirar esos ojos que se iluminan, la sonrisa que se dibuja en el rostro, las palabras de agradecimiento de sus alumnos y el raudal de amor que recibe a diario.

Concuerdo con estas disertaciones, estoy inmensamente agradecida por la oportunidad brindada de ingresar a las filas del magisterio en 1986 en la secundaria de mi pueblo natal Balleza, Chihuahua. La inmensa cantidad de aprendizajes que recibí de mis compañeros de trabajo, de mis alumnos, quienes con sus interrogantes me obligaban a estarme actualizando; agradecida con las escuelas que en su momento me fueron brindando las herramientas necesarias para desenvolverme en esta hermosa profesión.

El aprendizaje, no solo se recibe de los currículos y maestros que imparten la cátedra, sino de los compañeros de viaje, con quienes se construyen lazos indisolubles de amor y compañerismo. Se comparten experiencias, vivencias, métodos, técnicas y las bases teóricas; en la medida que se va adquiriendo significado, se aprende a valorar intensamente lo que se hace.

Soy una maestra sedienta de aprendizaje, al terminar un ciclo de preparación ya estaba pensando en el siguiente, con la mirada puesta en el horizonte, en la búsqueda de respuestas a tantas interrogantes que, al igual que la utopía, en la medida que vas avanzando, esta se va alejando diez pasos más.

Incursioné en varios ámbitos educativos: docente, subdirectora, directora y jefa de enseñanza, a la par que laboré en varias escuelas diseminadas en distintos espacios del estado: Balleza, Parral, San Francisco del Oro, Delicias, Guachochi y de vuelta a Parral. También tuve la suerte de impartir clases a preescolar, primaria, secundaria, nivel medio y superior, adquiriendo con ello, la experiencia de conocer y apreciar las diferencias substanciales de cada etapa. Trabajé en la escuela formadora de docentes, acompañé a varias generaciones en su trayecto formativo. Me jubilé en el 2017, actualmente fui invitada a volver a la escuela normal, estoy laborando de forma virtual, una nueva modalidad, donde los retos están al día, pero también las esperanzas, los sueños compartidos y los lazos de amor que vamos tejiendo por y con la docencia.  

Felicidades a todos los maestros en su día, por ser constructores, andamios, guía; por ser esa luz que ilumina el sendero del conocimiento, quien sienta las bases para que las nuevas generaciones tomen decisiones más informadas, más conscientes y reflexivas; porque en nuestras manos está la formación de carácter, templanza, resiliencia y valores.

¡Sigamos siendo sembradores!

 

 

 


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