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sábado, 22 de mayo de 2021

https://www.elsoldeparral.com.mx/analisis/espejos-de-vida-la-cualidad-del-gratus-6742707.html La cualidad del gratus La palabra «gratitud» junto con sus sinónimos y equivalentes la aprendemos a pronunciar desde muy temprana edad, pero en la medida que vamos adquiriendo conciencia del poder y fuerza que confiere su uso, podemos externarla con mayor profundidad y certeza. Externamos gratitud con el regalo de cada amanecer, por tener comida sobre nuestra mesa, por la salud que gozamos, por las personas que nos rodean y por los tantos bienes recibidos. Cuando los inconvenientes e infortunios se presentan en nuestra vida, nos rebelamos y manifestamos enojo ante las injusticias que nos sentimos objeto. A través de mis 57 primaveras, he aprendido a levantar la vista al firmamento, a expresar no solo con palabras sino con acciones la gratitud que inunda y desborda mi corazón; doy gracias por que puedo gozar de mis cinco sentidos, mirar los atardeceres, la naturaleza, la belleza y perfección de los niños; deleitarme con el perfume de una flor, con la esencia de aromas que dan paz y sensación de bienestar a mi alma: con el sabor inconfundible de los alimentos que dan fuerza y sustento, porque puedo sentir mi presencia y la de los demás, tocar, abrazar, estrechar manos; escuchar el croar de las ranas, la lluvia que golpetea en los techos y ventanas, el crujir de las hojas secas, el murmullo del viento y el canto de las aves. Agradezco porque de todos los caminos posibles, he escogido aquellos donde es posible sembrar, abonar la tierra y cosechar; porque de las profesiones que se ofrecen como en un abanico de posibilidades, tuve la fortuna de ser maestra, formadora de generaciones; sembradora de conocimiento y esperanzas; porque dentro de las múltiples cualidades y atributos, se ha desarrollado en mí esa pasión por las letras, por la literatura, por leer y aprender a través del tiempo y de los espacios culturales; por mi amor y dedicación a la poesía, la cual ha sido como un bálsamo en tiempos de crisis, es catarsis, me ayuda a soltar, a dimensionar de una manera distinta. Gracias por la familia donde tuve la suerte de nacer y crecer; por las vidas longevas de mi madre, abuela y tíos; por esa existencia efímera de mi nieta, quien solo alumbró nuestra existencia por diez años, pero que dejó inundado de memorias y recuerdos nuestra célula familiar. Por mis hijos, fuente inagotable de amor y ternura, en quienes me sostengo, cuando la oscuridad penetra, ellos se convierten en esa luz que orienta mis pasos. Gracias por mi esposo y compañero de vida, con quien he pasado ya casi cuatro décadas a su lado; hemos aprendido a soñar juntos, a construir andamios, a reforzar y remendar heridas, y sobre todo, a apoyarnos uno en el otro, porque decidimos acompañarnos, amarnos y respetarnos por el resto de nuestras vidas. Gracias por el regalo de mis nietos, ellos se han convertido en esa cascada inagotable de amor y de ternura; soy parte de sus sueños, de sus risas y logros. Me congratulo con cada aprendizaje y logros en su escalinata; son mi alegría. Gracias por esas hermosas amistades que he construido a lo largo de mi existencia, amigos con los que puedo hablar, llorar y desahogar mis cuitas, cantar, bailar, gritar y hacer remembranzas de experiencias. Gracias por ser parte de mí. Agradecida también por los obstáculos que he tenido que enfrentar, me han enseñado construir la resiliencia, a valorar las cosas y personas que circundan a mi alrededor.

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