El
arte de escribir
De acuerdo a la RAE (Diccionario de la Real Academia
Española), escribir significa representar ideas, palabras mediante letras u
otros signos gráficos. Etimológicamente proviene del latín “scribere”.
Al remitirse a la historia se reconocen los escribanos como
los encargados de redactar. Título otorgado a quienes sabían escribir y plasmaban
sus textos impresos en tablillas, papiros o recursos al alcance, según el
contexto histórico, dejando huella impresa de acontecimientos que han servido
como base para entender el pasado y reinterpretar la evolución de las
sociedades a través de la historia.
De tal forma que, gracias a la escritura, grandes obras
maestras son reconocidas hoy en día, como: el antiguo y nuevo testamento; la
Odisea y la Ilíada, estas últimas, fiel testimonio del recuerdo épico y acontecimientos
prevalecientes desde A.c.
La habilidad de escribir solo se desarrollaba en unos
cuantos elegidos; los griegos se encargaron de difundir el conocimiento por
medio de la retórica, pero dejaron plasmado su saber, siendo conocidos como “la
cuna de la sabiduría”. Son precedidos
por teólogos y filósofos como San Agustín, quien fue presbítero y obispo, escribió
sobre la caída de Roma y la ciudad de Dios.
Santo Tomás de Aquino, quien dota a la escritura de un tratamiento
escolástico de los temas teológicos y filosóficos; en otro orden de ideas, Giovanni Boccaccio, escritor y poeta italiano que rescata
en cien historias, los horrores de la peste negra acontecida en el siglo XIV.
El nacimiento de la imprenta en 1440 tiene un
papel fundamental en la difusión de la escritura; se plasman historias,
novelas, descubrimientos de toda índole y el mundo empieza a ser alumbrado por
los destellos del conocimiento.
La evolución de la ciencia se ha basado en
aportaciones y contribuciones que se convierten en el punto de inicio para
generar nuevos descubrimientos; hago referencia a breves ejemplos: el caso de los médicos que plasman en
artículos sus avances, dudas, evolución y desarrollo; en investigaciones de
toda índole; en la escritura de leyes y reformas; autobiografías, mensajes,
recetarios y tradiciones en este punto hago mención del libro “Como agua para
chocolate” de Laura Esquivel.
Otros, se han atrevido a incursionar en la
escritura de poesía, desnudando su alma, retratando su interior y buscando las
palabras e imágenes que puedan llevar al lector a interpretar sus emociones. Al
respecto, nombro a Amado Nervo, Octavio Paz; a quienes han musicalizado sus
composiciones como: Juan Gabriel, Joan Sebastián, José Alfredo Jiménez y muchos
más, que nos han hecho suspirar y enamorar con sus versos.
Las misivas, mensajes, diarios y formas de
comunicación, han evolucionado conforme los tiempos y cambios vividos en la
sociedad; sin embargo, se han convertido en fuentes fidedignas para interpretar
y reconocer personajes y hechos en la historia, tal es el caso del Diario de
Ana Frank, una adolescente que plasma su visión y experiencia desde el
holocausto.
En lo que respecta a la escritura epistolar,
además de proveer información sobre sucesos y vínculos, remiten al
reconocimiento del emisor y destinatario.
Según datos proporcionados por la UNESCO
(Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, actualmente en México se encuentra alfabetizada el 95% de la
población; ¡hagamos historia! Escribamos para nosotros y para los demás; ejercitemos
esta macro habilidad y dejemos constancia del momento.
Escribe a tus seres queridos, a tus amigos,
conocidos, en un diario, blog, o página; vuelve a tomar el bolígrafo; asómate a
tu alma y encuentra los sentimientos que quieras expresar; vincula el
pensamiento, mano y corazón.
Edificante y redentor del valor espiritual de la escritura. Gracias
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