Ser mujer de la etnia tarahumara es difícil. Se arrastran cadenas de incomprensión, intolerancia y violencia. Teresa Bustillos es mujer de cabello largo, trenzado hasta la cintura, estatura corta y corazón enorme, cuya fuerza reside en la valentía y templanza que ha tenido que forjar.
Su historia inicia en el entorno familiar, donde al excavar cimientos de desigualdad, pueden encontrarse las estructuras principales que han sostenido pilares de inequidad e injusticia de género.
Teresa aprendió a lavar ropa, hacer tortillas, atender a los animales y realizar las labores del campo. Su morada, alumbrada por el sol, la luna y las estrellas, se sitúa en pleno corazón de la sierra tarahumara.
Ella, como la mayoría de los rarámuris, camina y corre grandes distancias por cerros, acantilados, brechas y arroyos. Teresa, emigró del rancho a muy corta edad; buscando oportunidades de trabajo y enfrentando infinidad de retos en su vida; el más grande, convertirse en madre y en pilar y sustento de su hogar.
Cuenta con treinta y tres años, procreó tres hijos, y huyó con ellos para evitar los golpes y malos tratos de un marido embrutecido por el alcohol.
Llega a la ciudad, sin casa, ni trabajo, sobreviviendo bajo los puentes, cocinando en latas de sardina y en fuegos improvisados con jarillas encontradas a la orilla del río. Luchando contra la discriminación, la pobreza y la desigualdad social, encuentra trabajo en una casa, con una patrona de nobles sentimientos, quien se conduele de su situación y le presta provisionalmente unos cuartos. Teresa se convierte en la impulsora para que sus hermanos salgan de la sierra y vengan en la búsqueda de otros horizontes. Se desempeña como empleada doméstica en cinco casas. Sus atributos son muchos: responsable, optimista, honrada y con la esperanza de un futuro más promisorio para su descendencia.
Su espíritu es inquebrantable, su voz ha llegado a ser escuchada y finalmente la administración municipal actual le entrega un cuartito que deberá pagar en mensualidades. Sus niños van a la escuela y ella empieza a avizorar un mundo colorido, teñido de ilusiones.
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