Maestra
Cuquita Sandoval Olivas
Es una frase trillada que, a fuerza de su repetición, pocas veces nos detenemos a analizar su significado a profundidad. La experiencia nos ha permitido constatar que la felicidad no es algo que se conquista y se retiene, sino que es un camino; un bienestar que vamos construyendo cada instante, que nace de nuestro interior y se nutre de las personas que nos rodean, así como de las acciones y repercusiones de nuestros hechos.
Año
nuevo, significa que cada 31 de diciembre, completamos una vuelta más al sol.
Hacemos un balance y recordatorio de los sucesos significativos que
marcaron nuestra vida. Gracias a la interconexión digital, producto de la
globalización, podemos conocer los hechos que suceden alrededor de nuestro
globo terráqueo en segundos; el torrente de información que llega por diversos
canales, permite que naveguemos en un mar de comunicación, mismo que por su
magnitud, es imposible procesar y entender su relevancia e impacto, ya sea por
la cantidad de datos recibidos por el respaldo insuficiente de
conocimiento o simplemente porque el día cuenta con 24 horas de las
cuales destinamos una gran parte al trabajo, otra para el descanso y el resto,
efectuando actividades familiares y personales que
demandan atención inmediata.
Cuando
cerramos un ciclo, generalmente gustamos de realizar una introspección, mirar
hacia las acciones pasadas y evaluar el impacto y trascendencia de nuestro
actuar. La frontera dimensional del tiempo entre el 31 de diciembre y el 1 de
enero es un hecho simbólico, sin embargo, ese tramo es considerado ideal para
efectuar un recuento, repensar, redescubrirse a sí mismos y trazar un plan
emergente con dispositivos de compromiso que sirvan como plataforma de
Impulso a iniciar con nuevos bríos el año nuevo.
El día
1 de enero, se ofrece como un libro con todas las páginas en blanco, donde cada
quien será protagonista; su propio escritor y editor, imprimiendo su historia
con el tinte personal y despliegue de habilidades
desarrolladas; utilizará la gama de colores necesarios al realzar,
dibujar, contornear y plasmar las imágenes de experiencias que pasarán a
buscar un rincón en los vestigios de la memoria; mezclar dosis de realidades e
imaginación para formar un espacio paralelo, ya que en los sueños e ideales se
fundamenta el desarrollo de la humanidad; a sabiendas que el
éxito, se basa en la planeación estratégica, tal cual mástil
que da dirección y rumbo al caminar, pero también en la meditación y silencio
al sentarse a revaluar objetivamente acciones y consecuencias.
Estas
líneas dimensionales, nosotros las conocemos por horas, días, semanas, meses y
años; por lo que, de acuerdo con la psicología, se dice que los planes y propósitos funcionan
a corto plazo, en pequeñas dosis que deberán ir alimentándose conforme se vayan
ejercitando.
De tal
forma que uno de mis principales propósitos de año nuevo, será el estar en
esa búsqueda constante de bienestar interno,
que me permita crecer individualmente, pero también en la colectividad,
para poder cultivar, reflejar e irradiar felicidad; sentando hábitos sanos,
cuidando mis pensamientos; externar y profesar amor, leer y escribir cada día,
ya que ambas herramientas son la clave del crecimiento personal y comunicación
asertiva; cultivar el alma y el espíritu, porque la verdadera belleza se
irradia de dentro hacia afuera; cuidar y aprovechar al máximo mi tiempo, lo que
hago con él y con quienes lo comparto, porque como dijo el poeta inglés
Rudyard Kipling, “…si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo
una distancia que valga los sesenta segundos, tuya es la tierra y todo lo que
hay en ella”.
El
arte se manifiesta de distintas acepciones al encender nuestro entendimiento y
discernimiento de las cosas; la literatura, hace uso de la palabra, primeramente,
para llegar al corazón del que lo expresa y posteriormente, a quien la lee
o escucha. El poeta uruguayo Benedetti, dice en su poema “No te
rindas” …” aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar
tus sombras, encerrar tu miedo…porque no hay heridas, que no cure el tiempo…”
El año
nuevo nos ofrece 365 días para orbitar el sol, transitar por las distintas
estaciones, y bañarnos con la esencia de cada una de éstas; reencontrarnos en
ese tren de la vida, donde algunos de los pasajeros harán paradas emergentes y
descenderán del viaje; deberemos aprender a seguir transitando sin su compañía;
enfrentaremos pérdidas, ataviadas de inclemencias, tempestades, y
nubarrones, pero también tendremos la certeza de que el sol volverá a brillar y
traerá luz y calor a nuestra existencia.
Unamos
nuestras vibraciones, para que en este nuevo ciclo, mengüe el sufrimiento de
los necesitados; quienes no tienen hogar, encuentren asilo, los que padecen
alguna enfermedad, puedan experimentar la sanación. Las
familias se reencuentren en el amor y cese la violencia imperante.
¡Feliz año nuevo 2020!
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