A mi madre con cariño
Maestra Cuquita Sandoval Olivas
Aún
recuerdo cuando las notas musicales de la radio, viajaban a través del espacio
hasta llegar a nuestra casa. Era el mes
de mayo, el locutor se encargaba de leer misivas llenas de amor y nostalgia;
elegía con cuidado melodías dedicadas especialmente a las madres, ramilletes
musicales que destilaban ausencia, cariño, respeto y remembranza hacia esa madre
que les cargó en su vientre y les acunó en sus brazos; podía sentirse en cada
nota, cada dedicatoria, la tristeza y dolor que llega al alma cuando no puedes
estar cerca de ese ser entrañable dador de vida.
Evoco
con suspiros cargados de añoranza, la imagen de mamá, a la par de las memorias,
llega un dolor hiriente y dulzón que lastima y a la vez trae gratas sensaciones;
recuerdos de mi niñez, adolescencia, juventud y madurez a lado de esa gran
señora; mis ojos se nublan por el llanto, las lágrimas se agolpan presurosas
como su quisieran lavar el alma. curar el dolor que dejan las ausencias y los
espacios vacíos; siento una urgencia y deseo de aprisionar los recuerdos.
volver a saborear esos instantes y buscar las palabras y frases precisas que
puedan interpretar mi sentir y pensamiento.
Con
los ojos nublados por el llanto empiezan a desfilar los recuerdos del pasado,
veo la imagen taciturna de mamá deambulando por su casita, escucho sus sollozos
callados, sus voces musitando plegarias por el hijo ausente; así como la larga
espera por la llegada del cartero, anhelando esa tarjeta cubierta de flores, enhorabuenas
y lindos versos, que le hacían sentir el amor y palpitar del corazón de su
hijo.
Cuando
el teléfono llegó a nuestro hogar, se quedaba sentada a un lado de éste,
esperando las llamadas de felicitación; en cuanto timbraba, su rostro irradiaba
luz, sus ojitos brillaban con la alegría que brinda el sentirse amada,
recordada y venerada; gozaba el platicar todas sus historias y anécdotas
acontecidas; con orgullo relataba que era de las primeras personas en recibir
sus mañanitas cada año al despuntar el alba, ya que, en la familia, la música
siempre ha sido nuestra amiga y compañera y mis hermanos fueron privilegiados
con una voz armoniosa.
En
cuanto cesaba la música de cuerdas, se
dirigía presurosa al estéreo, ya tenía seleccionadas melodías especiales y mi
hermana siempre le llevaba discos con las canciones que ella pedía con
antelación: “Madre sólo hay una”, “Madrecita querida”, “Mi juventud a los 40”, subía
el volumen, llegando las notas a toda la vecindad y transeúntes que en ese
momento circulaban por la calle; a la par, se daba a la tarea de regar y barrer
el frente de la casa, recibiendo felicitaciones y abrazos de todos los vecinos
y brindando un ambiente acogedor de frescura y limpieza para quien llegara a
visitarla.
Las
lágrimas de emoción se mezclaban con el gozo de estar todos reunidos, había
fiesta, comida especial, pastel, compraba una botella de tequila de 100 años
para el brindis, elaboraba previamente una lista con títulos de canciones para
que fueran interpretadas por hijos y nietos; recibía muchos regalos los cuales
permanecían cubiertos en su envoltorio por semanas, porque le parecían
demasiado hermosos para destruir su arreglo.
Y
así desde el amanecer, su casa era el punto de reunión familiar; hermanos,
tíos, sobrinos, nietos, primos, todos acompañando a la reina del festejo; había
canto, baile, declamación, los más pequeños mostraban sus gracias y todos nos
uníamos a la algarabía del hogar.
Era
sencillamente incansable, única, cuando todos caíamos rendidos del cansancio,
ella seguía preparando alimentos. limpiando su cocina y haciendo los enseres
del hogar.
Por
95 años fue el faro de nuestra existencia, ejemplo viviente de todos los
valores universales.
Este
10 de mayo, su regalo serán flores salpicadas por el rocío de nuestras
lágrimas, sus colores y fragancias adornarán su tumba, y nosotros sus hijos,
abrazaremos y alabaremos el recuerdo de esa amada mujer.
La
rueda de la vida nos presenta oportunidades únicas de expresar nuestro amor.
Dejemos que las notas musicales sigan acompañando nuestro sentir, que nuestras
palabras se conviertan en poemas de esperanza, abracemos a las personas que
amamos y que aún tenemos la suerte de tener a nuestro lado.
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